viernes, 12 de septiembre de 2025

La calle de Cuenca dedicada a uno de los héroes conquenses en el “Barranco del Lobo”

Una de las calles del Casco Antiguo



Paseando por el cogollo del Casco Antiguo, junto al Jardín de El Salvador, tenemos dos calles a ambos lados, la de Caballeros y Solera, además de la del Peso, por las que se accede a la conocida como “Capellán Moreno”, calle peatonal bautizada como tal en febrero de 1910, hace 115 años, sustituyendo entonces a la denominada Travesía de Caballeros.



¿Quién era este personaje?

Jesús Moreno Álvaro, que pasó a la historia como el “capellán Moreno”, nació en la localidad conquense de Horcajada de la Torre el 9 de enero de 1870, según los datos recogidos en la publicación “España en sus héroes”, editada por fascículos en 1969. Hijo de Antonio Moreno Parrilla, de Fuentefría de Haro (La Rioja) y de María Álvaro Moya, oriunda de Cuenca. Dada su vocación, a los diez años fue ingresado en el Seminario Conciliar de San Julián de Cuenca, recibiendo las órdenes sacerdotales cuando cumplió 22. Su primer destino como presbítero fue la villa de San Clemente, donde estuvo como capellán de los Trinitarios de aquella Villa, así como capellán de las Hermanitas de los Pobres y de nuevo en Cuenca como capellán de la Casa de Misericordia.

No parece que el joven presbítero tuviese vocación de “curita de pueblo” si nos atenemos a sus datos biográficos, pues inquietudes no le faltaban. Desde 1892 y hasta comienzos del siglo XX estuvo entre San Clemente y Cuenca. Pero en junio de 1901, ya con 31 años, ingresó por oposición en el Clero Castrense, permaneciendo durante ocho años como capellán segundo en unidades militares de Zaragoza, Castellón, Madrid y Chafarinas, adaptándose al ambiente militar.

Ocho años en distintos destinos militares como capellán castrense para curtirse en esa vida militar que tanto le gustaba, hasta que el 22 de julio de 1909 embarcó en Málaga con el Batallón de Cazadores de las Navas hacia Melilla, y apenas le dio tiempo a reconocer el terreno y a sus soldados, pues a los cinco días de estar allí comenzaron los combates en el famoso “Barranco del Lobo”.

      Calle Capellán Moreno/Néstor Robaina

Según contaba el periódico El Imparcial, en su edición del 13 de agosto de 1909, Jesús Moreno “iba con su batallón de Las Navas el día 27 de julio por las ásperas barrancadas del Cerro “El Gurugú”. Moreno veía caer en torno suyo a jefes, oficiales y soldados. El trance era recio y la situación de las tropas más que difícil. Iba el capellán socorriendo a los moribundos y les administraba los últimos auxilios. El médico del batallón cayó a tierra, recibiendo un golpe gravísimo. Desde ese momento el capellán Moreno se creyó obligado a sustituirle en lo que fuese posible. El cura pasó a ser “médico” también, y según publicaba El Imparcial “asombra oír a los soldados el relato de los auxilios científicos que recibieron del esforzado sacerdote”. A unos los curaba como podía y a otros les daba la absolución…


Siguiendo con el relato militar y periodístico “en el momento más recio de la lucha un grupo de Cazadores de Las Navas acude al capellán Moreno, diciéndole: “Nuestros jefes han muerto o están heridos, somos noventa soldados que estamos aquí defendiéndonos… ¿Qué hacemos?” El capellán Moreno, inmerso en su labor de capellán y de sanitario les dijo a los muchachos que le rodeaban: “¿Qué habéis de hacer? Noventa soldados españoles, aquí, frente al enemigo, con el honor en riesgo, con nuestros jefes cubiertos de sangre, no pueden hacer más que una cosa, que es pelear…”

-¡Eso queremos!, gritaron los valientes soldados del Regimiento de Cazadores. Pero ¿quién nos manda? – Yo- contestó el enérgico capellán.

-¡Viva España! ¡Viva el pater!, respondieron los soldados. El capellán Moreno dio discretas órdenes a los soldados. “¡Cubríos en las desigualdades del terreno, disparad echándose en el suelo, escoged el blanco y apuntad bien!

Los soldados de Las Navas, a las órdenes del improvisado e inverosímil jefe, no sólo defendieron aquel rincón del “Gurugú”, sino que alejaron al enemigo, dando espacio a que llegasen refuerzos y a que los jefes y oficiales con nuevas tropas, impusieran un duro correctivo a los rifeños. Esto es lo que hizo el capellán segundo castrense del batallón de Las Navas, Jesús Moreno Álvaro, según figura en el informe militar de la horrenda batalla del “Gurugú”, donde perdieron la vida 153 soldados españoles.

Después de la tensa batalla, el general en jefe propuso al capellán Moreno para la Cruz de San Fernando. En el diario El Imparcial se escribía que en la información en la que se relataba la acción militar “se han cometido errores respecto a este capellán castrense. Periódico ilustrado ha habido, y no de los que se publican en Madrid, que ha representado al capellán Moreno como hombre viejo, agobiado por los años, cubierto de canas, y el tal capellán tiene sólo treinta y nueve años, y los lleva con mocedad briosa. Y pronto esperamos que sobre la raída sotana del pobre cura de los valiente soldados se destacará la honrosísima distinción”. Se abrió el pertinente “juicio contradictorio”, para la concesión de tan alta distinción en Madrid el día 8 de agosto de 1909.

      Horcajada de la Torre

PARADAS EN TARANCÓN, HUETE Y FINAL EN CUENCA

Tras su periplo por tierras africanas, en el que recibió la Cruz Roja militar, el capellán Moreno regresó a Málaga desde Nador a comienzos de 1910, y lo primero que hizo fue desplazarse a Cuenca por ferrocarril. El viaje se produjo el 9 de enero. El periódico El Liberal publicó un suplemento el día de la llegada a Cuenca del Capellán Moreno, y con el llamativo título de “Conquenses”, publicaba este texto a toda página: “Los pueblos se honran al honrar a sus héroes; y como los conquenses tenemos probado de siempre nuestro cariño a los buenos hijos de la provincia que se distinguen por su amor a la patria, debemos contribuir a que el recibimiento que se haga a D. Jesús Moreno sea digno de su excepcional heroísmo. Debemos acudir a la estación férrea para significar con el aplauso unánime, nuestros sentimientos, en la seguridad de que enaltecemos a Cuenca”.

El recibimiento tributado en la provincia y en la capital es de los que pasan a los anales de la historia. Jesús Moreno regresaba desde Madrid en el tren mixto junto a otros soldados conquenses y jefes militares y la primera parada la hizo en Tarancón. Al entrar el tren en agujas en la estación. se dispararon bastantes cohetes regalados por José Víctor García. Dice la crónica del enviado especial de “El Liberal” que “la muchedumbre se aglomeró en el andén, ávida de conocer y tributar su admiración a quien tan gloriosamente supo conducirse, en momentos de angustia, en el fatídico “Barranco del Lobo”.

Las fuerzas vivas taranconeras le dieron la bienvenida, representando al alcalde el concejal señor Zapatero. El Ayuntamiento invitó a almorzar a la comitiva en la fonda de la Estación y allí el capellán narró a los presentes las vicisitudes vividas el 27 de julio en la loma del “Gurugú”. Luego paseó por el andén para saludar a los asistentes, hasta que el tren partió rumbo a Cuenca, acompañándole hasta Huete el concejal taranconero.

A la ciudad de la media Luna, como escribía el corresponsal de Huete, llegó por la tarde el tren con el capellán Moreno y sus acompañantes. Acudió igualmente todo el vecindario a la estación, con la banda de música de cuerda “La juventud optense”, precedida por el abanderado y entusiasta optense Apolinar Pérez. El público llenó las vías, siendo necesario despejarlas porque en unos momentos llegaría el tren correo, esperando el tren mixto para proseguir viaje a Cuenca. Ello fue aprovechado para saludarle, tras ser recibido con vivas incesantes y disparos de cohetes, y el saludo de las autoridades locales. Dada la señal por el factor con el toque de silbato y levantando el banderín de partir para Cuenca, “don Jesús Moreno, gorra en mano y desde el vagón, saludó a la ciudad, dando vivas al rey, al Ejército, a España, a Cuenca y a Huete”.

A última hora de la tarde el capellán Moreno llegó a la ciudad de Cuenca ese domingo 9 de enero y como publicaba El Liberal, “el pueblo conquense respondió al llamamiento, y en masa acudió la población entera a los andenes de la estación, obligando a que el tren hiciera su entrada con grandes precauciones para evitar que la enorme aglomeración acarreara desgracias lamentables”.

Al apearse del tren el héroe conquense, comenzaron los vivas, mientras la banda de música provincial interpretaba un pasodoble. El entusiasmo era indescriptible. Se organizó una manifestación acompañando la multitud por la calle al “capellán Moreno” que se dirigió por Fermín Caballero, Cervantes y calle de los Herreros como así se denominaba la de José Cobo, para entrar, dice el periódico, “en la amplia y hermosa Carretería”.

Siguió la comitiva por las calles de Calderón de la Barca, Puente de la Trinidad y Palafox, hasta llegar al Gobierno Civil, que se encontraba entonces en el hermoso edificio situado entre el Escardillo y el comienzo de la calle de San Juan. Desde el balcón dirigió la palaba el señor Moreno a la multitud, y al finalizar siguió por la calle de Alfonso VIII hasta la casa de Acisclo Domínguez, donde se hospedó.

Durante la jornada del lunes el “capellán Moreno” visitó al gobernador militar, la Diputación y al obispo Wenceslao Sangüesa, así como diferentes partes de la ciudad. El martes se le rindió un homenaje en el Círculo Mercantil, con un banquete servido por Victoriano García, acompañando a Jesús Moreno el gobernador militar y otras representaciones, así como el alcalde, señor Herraiz, y distintas autoridades, destacando la presencia de los soldados conquenses que habían regresado de la campaña de Melilla: Onofre Olmeda, Gregorio Huertas, Ventura Cañas, Miguel Sánchez y Antonio Yunta. Durante el almuerzo, el sexteto que dirigía el maestro Nicolás Cabañas ejecutó “Si yo fuera rey”, “La viuda alegre”, “El rey que rabió” y “La alegre trompetería”.

      Calle Capellán Moreno/Néstor Robaina

A los postres, el señor Garay leyó la composición poética de Melitón Romero, titulada “27 de julio de 1909”, en la que destacaba el valor y la serenidad del capellán homenajeado. Pronunció un emocionado discurso Acisclo Domínguez y después fue Constancio Lumbreras quien leyó otra composición poética propia, titulada “Los héroes del Rif”, en la que recogía estas líneas: “Cuenca sólo puede hacer / tu buen nombre enaltecer. / ¿Qué otra cosa quieres que haga? / Cuenca, que te vio nacer, / con su cariño te paga…”.

Contestó el homenajeado con agradecimientos y palabras de recuerdo a los soldados que pelearon a su lado, y pidiendo una oración para los que dejaron su vida en el combate. Se le pidió al alcalde que a la Travesía de Caballeros se le diera el nombre de “Capellán Moreno” y el señor Herraiz contestó que tal propuesta ya estaba en marcha y que al día siguiente sería el Ayuntamiento quien ofreciese un homenaje. La jornada concluyó con sesiones de fotografía en la Glorieta, frente a la Diputación, con el homenajeado, quien rogó a los directores de los periódicos agradeciese al pueblo de Cuenca el recibimiento tributado.

El miércoles 12, a las once de la mañana, el Ayuntamiento celebró sesión extraordinaria para cumplimentar acuerdos anteriores referentes a “la distribución de socorros a los hijos de Cuenca que han peleado en la campaña del Rif”. En el mismo salón se procedió al reparto de 50 pesetas, a cada uno, a los soldados Nemesio Cristóbal Polo, Leoncio Lumbreras, Miguel Sánchez, Marcelino Alarcón, Ventura Cañas, Onofre Olmeda, Gregorio Huerta y Antonio Yunta. Mientras se celebraba la sesión municipal, la Banda de Música interpretó algunas composiciones en la Plaza Mayor. Después, en el Salón Amarillo del Ayuntamiento se sirvió un banquete con asistencia del “capellán Moreno” y los siete soldados, gobernador civil interino, alcalde y concejales, entre ellos el cronista Juan Giménez Aguilar y directores de los medios informativos.

Hubo oratorias vibrantes con intervención de varios concejales y se dieron a conocer los acuerdos adoptados por la Corporación: dirigir telegramas a los ministros de la Guerra y Gobernación; colocar el retrato del capellán Moreno en las Salas Consistoriales; nombrarle Hijo Adoptivo de Cuenca y colocar una lápida en la casa en la que nació en Horcajada de la Torre. Se leyeron varios telegramas y se decidió hacer una gran despedida al día siguiente. Por la noche, en el Teatro Liceo se celebró una velada musical a cargo de las dos bandas, con asistencia de Jesús Moreno y los soldados conquenses que estuvieron en Melilla. En la primera sesión municipal del mes de febrero se aprobaron los acuerdos tomados, además de dar el nombre de Capellán Moreno a la travesía de Caballeros.

El jueves 13 de enero tuvo lugar la despedida, que también fue sonora. A la una de la tarde se formó la manifestación en la Plaza Mayor, con asistencia de la Corporación en pleno, autoridades y numerosos ciudadanos, desfilando en grupo compacto por las calles de Alfonso VIII, San Juan, Palafox y la Trinidad, donde se incorporó la Banda de Música. Por Carretería siguió la comitiva hasta la estación, cerrando el comercio sus puertas para adherirse al adiós. La muchedumbre llenó los andenes y una vez que partió el tren arreciaron los aplausos mientras la Banda seguía con sus marchas.

Al llegar a Madrid también fue objeto de un gran recibimiento. Jesús Moreno siguió unos meses en el Regimiento de Alcalá de Henares, pasando a ser profesor del Hospital de Huérfanos de Guadalajara. El 25 de noviembre de 1914 el capellán Jesús Moreno Álvaro recibió en el Ministerio de la Guerra la Cruz Laureada de San Fernando, con nutrida presencia de jefes militares, siendo adquirida la condecoración con parte del donativo enviado por el español residente en Buenos Aires, Anselmo Villar, para costear la primera laureada de San Fernando en la guerra de África. En 1921 fue destinado al Hospital Militar de Madrid, donde le llegó el retiro. El capellán Moreno murió trágicamente en Madrid en julio de 1936 en el comienzo de la guerra civil, con 66 años.

Fuente: eldigitaldecuenca.com

             elblogdecuencavila.com




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