viernes, 14 de mayo de 2021

Telégrafos de Cuenca Bien de Interés Cultural

 Os ponemos la entrada de Ana Martínez, sobre el patrimonio que tenemos y no le damos la importancia que deberíamos.

 
En esta séptima entrega de Descubriendo Cuenca, Descubriendo su Patrimonio, nos vamos a centrar en algo que no sólo es un bien patrimonial, sino que también es parte de nuestro patrimonio científico. Nos estamos refiriendo a las Torres de Telegrafía Óptica. La provincia conquense tiene el mayor conjunto de torres de telegrafía óptica del territorio nacional que forma parte de la línea Madrid-La Junquera y del ramal de la ciudad de Cuenca. Está formado por 16 torres que se encuentran ubicadas en Belinchón, Tarancón, Almendros, Saelices, Montalbo, Villares del Saz, Olivares, Valverde de Júcar, Olmedilla de Alarcón, Motilla del Palancar, Iniesta, Graja de Iniesta, Cuenca (2) Villanueva de los Escuderos, Abia de la Obispalía, Torrejoncillo del Rey (2), Campos del Paraíso y Uclés.
 

 
TELEGRAFÍA ÓPTICA
 
Nacida a finales del siglo XVIII en Francia, la telegrafía óptica no llegaría a implantarse en España hasta mediados del siglo XIX. Se trataba de un sistema estratégico con el que el Gobierno pretendía comunicar Madrid con otras capitales de provincia, puertos y fronteras para reforzar la seguridad del Estado. Para ello se construyó una red de torres ubicadas en puntos elevados del terreno, que se comunicaban unas con otras empleando complejos códigos cifrados.
 
Levantadas a modo de estaciones repetidoras de señales ópticas, en nuestro país dichas torres se distribuían en tres líneas que atravesaban buena parte de nuestra geografía siguiendo antiguas vías de comunicación, hoy carreteras comarcales y nacionales.
 
Así, hubo en España 196 ubicaciones que componían las líneas Madrid-Barcelona, Madrid-Irún y Madrid-Cádiz, además de los ramales entre Tarancón y Cuenca, y Barcelona y La Junquera.
La difusión a mediados del siglo XIX del telégrafo eléctrico como servicio público junto a la construcción del tendido ferroviario, la modernización del correo y la ampliación y mejora de la red de carreteras y caminos, contribuyeron a configurar un sistema de comunicaciones decisivo en la creación de un mercado nacional y en el crecimiento económico y el fin definitivo de la telegrafía óptica.
 
En octubre de 1844 se eligió el sistema y aparato propuestos por el coronel de Estado Mayor D. José María Mathé para su puesta en marcha. Los aparatos consistían de un bastidor de hierro con tres paneles a cada lado entre los que circulaba verticalmente un cilindro opaco llamado “indicador”, colocado sobre las azoteas de una serie de torres cuadradas, alineadas entre sí. Estas torres eran edificios de poco más de 6 metros de lado, que se alzaban sobre un zócalo recto y constaban de dos cuerpos al exterior y tres pisos al interior. Tenían un carácter fortificado, con aspilleras en el piso inferior para su defensa y dos pisos superiores: el primero, donde se hacían las guardias, y el segundo, donde se encontraba la maquinaria que accionaba el aparato. El acceso se hacía por el primer piso. El ramal con Cuenca terminó en 1855 y la línea Madrid-La Junquera en 1857.
 
 
Recientemente, con fecha 4 de agosto de 2020, 16 de estas torres ubicadas en la provincia de Cuenca, han sido declaradas Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico, y se establece alrededor de ellas un perímetro de protección del entorno inmediato, independientemente de su estado de conservación actual, teniendo en cuenta la doble necesidad de preservar sus restos materiales y mantener la línea visual entre torres.
 
Como criterio general se ajustan los entornos a la topografía del terreno, abarcando en la medida de lo posible parcelas catastrales completas. Cuando esto no es posible por las características del terreno o la amplitud de las parcelas, se traza una circunferencia de 200 metros de radio, tomando como punto central los restos de las torres.
 
Con ello se establecen una serie de medidas de protección para las torres y su entorno destinadas a preservar este importante legado cultural.
Algunas de ellas han sido restauradas hace unos años por la Diputación Provincial de Cuenca, pero es evidente que muchas de ellas necesitan urgentemente de una intervención, así como de un apropiado plan para su correcta puesta en valor.
 







 

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