En la Península Ibérica. Sigue siendo habitual en cualquier cocina de cualquier casa. Procedente de Oriente Medio e introducido por los árabes, ha tenido una intensa y larga trayectoria al menos desde el siglo X hasta la segunda mitad del siglo XX. España cultivaba grandes extensiones, sobre todo en La Mancha y en Aragón. Aún hoy aquella región es la mayor productora, a pesar del abandono actual, y su azafrán, de excelente calidad, se acoge a la denominación de origen La Mancha. Su importancia social y económica fue tal que su cultivo, recolección y uso forma parte de la historia y etnografía de nuestros pueblos.

En la Península y Baleares tenemos otros azafranes silvestres que, aunque no tengan las extraordinarias propiedades del cultivado, si merecen ser conocidos. Los azafranes silvestres tienen en común con el cultivado algunas similitudes de raíz familiar que los hacen merecedores del nombre.
Se caracterizan por nacer cada año de bulbos o cebolletas plurianuales. Surgen las flores directamente de la tierra y como a destiempo: a veces en pleno invierno, a veces en otoño. Los azafranes aparecen ante nuestros ojos como una flor sin planta, es decir, sin tallos, sin ramas y con frecuencia sin hojas. En muchas de ellas las hojas nacen después de la floración por lo que nunca se ven juntas. Así ocurre en el azafrán cultivado (Crocus sativus) o en el azafrán espantapastores (Merendera montana). Las hojas son muy largas y muy finas. Por eso a las del azafrán cultivado las llaman popularmente espartillo.
Las flores de los azafranes no tienen pétalos y sépalos, sino tépalos. Así se llaman cuando sépalos y pétalos están dotados de la misma forma y color de tal manera que no se pueden distinguir entre ellos.
Una flor que brota, como un milagro, del mismísimo suelo, frecuentemente desnudo o mortecino. Suelen aparecer agrupadas en amplias extensiones siendo la única especie florida. Tiene la ventaja de que todos los polinizadores se dediquen a ellas, bien es verdad que por entonces los insectos ya no abundan tanto como en primavera. Cuando la flor se trasforma en el fruto seco de una pequeña cápsula, los azafranes pasan aún más desapercibidos.

Todos pertenecen al orden botánico de las Liliales. Y dentro de éste a tres familias: las Iridáceas, las Liliáceas y las Amarilidáceas. Ahora bien, el género principal es el Crocus, de las Iridáceas, en el que todos sus miembros son azafranes.
Muchos de ellos son endemismos ibéricos o locales de algunas zonas de la Península o Baleares.
En la provincia de Cuenca además del azafrán cultivado, Crocus sativus, encontramos dos Crocus silvestres. Uno florece en pleno invierno, Crocus nevadensis; el otro, como el cultivado, en otoño, Crocus serotinus.
– Azafrán de invierno o azafrán blanco, Crocus nevadensis. Es un endemismo de la Península, sobre todo en su mitad oriental, y del noroeste de África. Es en la Serranía la primera de las flores. Capaz de florecer bajo la escarcha de nuestras frías noches invernales o entre la nieve. El específico nevadensis lo deja claro. A finales de enero ya es posible ver alguno y sobre todo en febrero. Aparece en el monte, matorrales y pastizales, en agrupaciones dispersas que pasan desapercibidas para la mayoría; sin embargo, llenan de esperanza y alegría a los que las encuentran. Tépalos de color blanco o de un lila tenue con algunas rayas violeta. Normalmente nace una sola flor por bulbo, a veces dos. Los días soleados se abre la flor incitando a los insectos polinizadores, pero si llueve se cierra.
– Azafrán montesino, o azafrán de otoño, Crocus serotinus. También es un endemismo de la Península Ibérica y el noroeste de África. Florece desde septiembre a noviembre. Serotinus, que significa tardío en latín, alude precisamente al tiempo de su floración. Disperso por toda la Península, resulta menos frecuente, al menos aquí, que el anterior. Se da en pastizales o claros de los montes, suelos pedregosos, pero requiere como el nevadensis que el terreno no esté muy seco. Una o dos flores por bulbo. Los tépalos son lilas, algunas veces con venas oscuras. Sus estambres parecen ser que se usaron como tinte amarillo en el Magreb.

Crocus no datados en la provincia de Cuenca, pero sí en otros lugares de España son:
– Azafrán de Baleares, Crocus cambessedessi. Es un endemismo de Mallorca, Menorca y Dragonera. Crece sobre todo en los riscos de la costa y de las montañas a finales de otoño. Un dato llamativo para distinguirlo es que sus hojas, muy largas y delgadas, son de un color verde intenso con una línea blanquecina que la recorre por el medio. Y nacen al tiempo de las flores. Los tépalos son blancos con una rayas violetas por la parte de fuera.
– El azafrán doblado o azafrán oloroso, Crocus vernus. Su específico “vernus” expresa que es flor de primavera. Florece de marzo a junio. Nace en prados que se cargan de nieve y en rocas donde azota el viento de las montañas altas del centro y sur de Europa. Prefiere suelos y rocas no calizas. En la península encontramos dos subespecies: El Crocus vernus subsp. vernus de la zona pirenaica de las provincias de Gerona, Huesca y Lérida. Las flores son normalmente blancas. Y el Crocus vernus subsp. neapolitanus. Más extendido que el anterior por los Pirineos, Cordillera Cantábrica y todo el Norte de España. Las flores, por lo general, suelen ser lilas o de tonos purpúreos con venas más oscuras.
– Azafrán serrano, Crocus carpetanus. Azafrán también de primavera. Florece de marzo a mayo. Endemismo ibérico que se extiende por el centro, oeste y noroeste de la Península. Falta en la parte oriental. En Castilla la Mancha sólo aparece en algunas zonas de Toledo y Ciudad Real. Nace en prados y pastizales de zonas montañosas preferentemente donde nieva y a veces en riscos. Tépalos de color lila pálido frecuentemente con rayas oscuras.
– Azafrán silvestre, Crocus clusii. Es un endemismo de Cádiz, Huelva y Portugal, donde se le llama “açafräo-bravo”. Normalmente crece en playas o terrenos arenosos costeros y en claros de pinar y pastos secos. Flores por abajo blancas y por arriba lilas que nacen en otoño, de setiembre a noviembre.
– Azafrán desteñido o azafrán loco, Crocus nudiflorus. Vive en Gran Bretaña, oeste de Francia y en las montañas del norte de la Península Ibérica. Es un azafrán de otoño. Los tépalos adquieren un intenso color entre lila y púrpura

Dentro de la misma familia botánica que los Crocus, las Iridáceas, encontramos dos especies de azafranes en el género Romulea:
– Azafrán de primavera o pataturria, Romulea clusiana. Nace a finales de invierno principio de primavera. Es un endemismo del sur y el oeste de la Península Ibérica y de Marruecos. Principalmente en el litoral de Andalucía y Portugal. Se hace rara hacia el interior, pero se ha datado también en las provincias de Toledo y Ciudad Real. Elige los terrenos arenosos, de costa, sobre todo. Las hojas nacen al tiempo que las flores. Tépalos de color entre amarillo y naranja por abajo, blanquecinos por el centro y de color violeta oscuro por los extremos.
– Azafrán portugués montesino o calabacilla, Romulea bulbocodium. Es azafrán de finales de invierno y de primavera. Se encuentra en el sur de Europa, norte de África y suroeste de Asia. En la Península abarca principalmente la mitad occidental y, aunque se encuentra en casi toda ella, se vuelve raro o ausente en la mitad oriental. En Castilla la Mancha aparece datado en todas las provincias, menos en Albacete y Cuenca. Las hojas son también coetáneas de las flores. Tépalos de tonos más o menos violetas.
Los Crocus y los Romulea, como ya hemos dicho, pertenecen a la familia de las Iridáceas que también incluye a lirios (Iris) y gladiolos (Gladiolus), géneros botánicos muy valorados en jardinería.

En la familia de las Liliáceas, a la que pertenecen los espárragos y los gamones, entre muchas otras, encontramos los siguientes azafranes:
– Azafrán silvestre, espantapastores o quitameriendas, Merendera montana. Es un endemismo ibérico que se cuela un poco hasta el Pirineo central francés. Empieza a florecer a finales de verano y forma, a veces, grandes extensiones muy llamativas. Este azafrán no pasa desapercibido. En la provincia de Cuenca es muy abundante. Aparece disperso por toda la Península y escasea en el tercio meridional. Los nombres curiosos de espantapastores y quitameriendas alude a dos acontecimientos habituales, asociados, por una lado, al comienzo de la trashumancia hacia los pastos de invierno y, por otro, al acortamiento de las tardes que conlleva cenar más pronto suprimiendo las meriendas. Los tépalos son de tonos lilas o rosados con el arranque blanco. Prefiere suelos nitrificados por los usos ganaderos.

– Azafrán silvestre o azafrán de marzo (en Aragón), Gagea villosa. Se extiende sobre todo por el centro y sur de Europa y suroeste de Asia. En Europa llega hasta Dinamarca y sur de Suecia. En la Península Ibérica crece principalmente por el norte, centro y nordeste, mientras en el cuadrante sureste se vuelve rara. Presente en Cuenca. Es flor de primavera. En pastizales algo nitrificados por el ganado, en tierras de cultivo o baldíos y entre el matorral bajo. A esta especie le brotan frecuentemente muchas flores de un mismo bulbo lo que la aparta del aspecto común de los demás azafranes. Tépalos teñidos de amarillo claro por la cara interior y verdosos o verdeamarillentos por la exterior.
– Azafrán bastardo o cebolla montés, Colchicum autumnale. Autóctona en el centro y sur de Europa, se ha extendido también por el norte del continente. En la Península sólo lo encontraremos en los Pirineos centrales de Gerona, Huesca y Lérida. Planta muy tóxica, pero también medicinal. En las dosis adecuados y bajo estricto control farmacéutico se aplica como antiinflamatorio contra la artritis o en accesos agudos de gota. Los tépalos son de color lila suave o algo rosados, rara vez rosa más intenso o incluso blanquecinos. Florece en otoño sobre prados húmedos y bordes de cauces.

-Azafrán del Cabo, Androcymbium europaeum. Endemismo del Cabo de Gata, del Golfo de Almería y de Marruecos. Florece a finales de otoño y en el invierno en dunas más o menos estabilizadas, en claros de matorrales sobre todo en terrenos arenosos. Las hojas y las flores nacen al tiempo. Los tépalos pueden variar entre blancos, algo lilas o de color rosado claro. Es la única especie del género Androcymbium que vive en Europa, todas las demás son africanas.
Finalmente, como caso único dentro de la familia de las Amarilidáceas, la de los narcisos, encontramos la siguiente:
-Azafrán amarillo, Sternbergia colchiciflora. Se extiende alrededor de todo el Mediterráneo europeo y africano, en Europa oriental por los Balcanes y sur de Rusia y en Asia desde las costas mediterráneas hasta el Cáucaso. Florece en otoño. Aparece en zonas aclaradas de carrascales y matorrales en suelos calizos. No se ve fácilmente, pues la flor es efímera y para florecer necesita las lluvias, inciertas, de finales de verano, con lo cual se pueden pasar años sin salir a la luz. Sus hojas, largas y retorcidas como tirabuzones, la delatan mejor que sus flores. En Cuenca, se ha comprobado su presencia en Belmonte, Almonacid del Marquesado y Uclés. Las hojas salen tras la floración. Sus tépalos son amarillos.
Como podemos deducir, los azafranes silvestres constituyen una flora amplia y rica en endemismos. Un reto para los amantes de la naturaleza que tienen que ejercitar su perspicacia para encontrar y admirar, a veces con mal tiempo, la simplicidad, pero al mismo tiempo la belleza, de estas plantas-flor.
BIBLIOGRAFÍA:
- Flora Ibérica. Plantas vasculares de la Península Ibérica e islas Baleares. Vol XX. LILIACEAE-AGAVACEAE, Real Jardín Botánico, CSIC. Madrid, 2013.
- Guía de INCAFO de las Plantas útiles y venenosas de la Península Ibérica y Baleares. Diego Rivera Núñez y Concepción Obón de Castro. Madrid, 1991.
- Tratado de Botánica. E. Strasburger y otros. 7ª edición española. Ediciones Omega. 1993. Barcelona.
- Flora Española o historia de las plantas que se crían en España. José Quer Martínez. 6 Tomos. Madrid. 1784. Biblioteca Digital RJB CSIC.
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