Hoy os dejamos un excelente trabajo de investigación y conservación de un Puente Romano muy cerca de nosotros en La Melgosa, y que nos recuerda a los varios puentes que tenemos en nuestro término, algunos ya desaparecidos como el Puente Nuevo, o el que hay cerca de la Ermita de Urbanos.
Entre los años 2018 y 2023 se desarrolló una propuesta de obra sobre el pequeño y maltratado Puente de La Melgosa por parte de la Diputación y el Ayuntamiento de Cuenca. Se requirieron estudios arqueológicos previos y controles de obra, que aquí se resumen. La arquitecta fue Marta Olalla Montalvo y las empresas ejecutoras Carpetania y Edicón.
Desde el inicio del trabajo se definió el puente como de origen romano. Antes de éste, personalmente habíamos estudiado otro puente romano muy similar, casi idéntico, en Valeria[1]. También estaba constituido de cantería íntegramente en sus partes esenciales. Manuel Durán Fuentes[2] destaca una serie de características definitorias de los puentes romanos: confiaban conscientemente en la “curva catenaria[3]”, en la primacía de la simetría en las relaciones de proporción. También[4] eran más anchos que los medievales porque la vía que a ellos llegaba no había de reducirse al pasar sobre tales. Los puentes romanos serían más resistentes que los medievales[5] porque su bóveda resultaría de espesor constante. Los puentes medievales tendrían más aporte de pasta de unión en sus fábricas, mientras que los romanos confiarían en una cantería escuadrada incluso reforzada mediante engatillados y otras soluciones de unión perfecta[6].
El Puente de La Melgosa es prácticamente tan ancho como lo es de largo, para no reducir la calzada romana que por él pasaba. También es una infraestructura de cantería íntegramente y confía su tectónica en la curva catenaria y en los empujes de las dovelas prácticamente en seco y sin empleo de pasta. También tiene relación evidente con el viario romano que se conoce en esta parte de Hispania[7]: Formaría parte de la que se ha clasificado como Vía II A 5, un ramal de la Vía II A, procedente de Ballesteros y que iría hasta Mohorte. Es posible que después enlazara con la calzada que subía hacia Bilbilis (Calatayud, Provincia de Zaragoza).

El Puente de la Melgosa tiene una evidentísima fase de reforma. La inmediata Casa de la Mota fue edificada por el Obispo Felipe Antonio Solano, quien desempeñó su cargo al mando de la Diócesis de Cuenca desde 1779 hasta su muerte en 1800. Paloma Torrijos atribuye la construcción de esta quinta, con el escudo de su fundador, a las afueras de Cuenca al arquitecto Mateo López[1]. Otras promociones del Obispo Solano fueron la reedificación de la Ermita de San Antonio o la Fuente del Sol. Para la construcción de la Casa de la Mota y por la actividad que le traería al entorno en el que se ubica el mismo hecho de su presencia allí: se entiende que toda la caminería circundante sería renovada, mantenida y replanteada.
Se ha realizado una amplia documentación gráfica previa y de las acciones de obra, prospecciones convencional y electromagnética, la excavación arqueológica manual de parte de la plataforma superior de la infraestructura y la lectura estratigráfica completa del bien. Se ha logrado identificar la estratigrafía del puente y recuperar material arqueológico de relevancia para entender los momentos de uso del mismo. También se han obtenido testimonios de la evolución de la ruina más reciente y secuencias de fotografías aéreas y terrestres del S. XX.
Gracias a su lectura estratigráfica, se ha logrado trazar una secuencia evolutiva de la infraestructura: Originalmente se trataba de un puente de un solo ojo (una “alcantarilla”) íntegramente realizado en cantería. Es la Fase I. Estaría completamente facturado en caliza y su despiece en sus dos lados sería totalmente simétrico. La altura total del elemento significaba unos 6 codos desde la línea de impostas del arco a la parte superior de la calzada perdida. Puesto que no se ha podido desviar y excavar el cauce, sólo intuimos la existencia de otra hilada de un codo haciendo de cimentación bajo la línea de imposta del arco. El paso por encima del puente sería tendente al recto, perdiendo por erosión paulatinamente cota en sus dos extremos y siendo la zona del lomo de la rosca más resistente. Entendemos que se trataría de una calzada basada en el statumen y el rudus, no en un pavimento enlosado. En todo caso, dicha calzada habría desaparecido totalmente a lo largo de su uso centenario.
Además de perderse por desgaste la calzada de la plataforma, a lo largo de la Antigüedad, en la Edad Media y la mitad de la Moderna se deterioraron partes importantes de la cantería de su arco y sus estribos (algunos sillares), por erosión fluvial y gravitacional. Ésta sería la Fase II.
A finales del S. XVIII se inicia la Fase III, momento en el que se le aportarían nuevas piezas en la rosca, puesto que estarían muy desgastadas y se consideraría inestable la infraestructura. Hubo de encimbrarse el puente antiguo para posibilitar el “injerto” o sustitución de dovelas. También se aportaría en este momento un pavimento de pasta y escombros de la Edad Moderna-Contemporánea (unidades 5 y 6), rematado por un empedrado de cantos que apoya sobre la rosca, presenta una pendiente más acusada que la que tuvo que existir en la Fase I y se conserva zonalmente tanto en el puente como en el camino hacia la Casa de la Mota. En dicho momento se generaron también los pretiles de cantería, superpuestos tanto a la rosca como a las aletas de los estribos.
En la Fase IV se formaría un estrato de deposición progresiva, al tiempo que se desgastaría el puente, lo que ha venido motivando en las últimas décadas reparaciones y arreglos improvisados con poco decoro por parte de agricultores y otras gentes que frecuentan la zona y emplean el puente (comunicaciones personales varias). En alguna de las obras de pavimentado de la carretera inmediata, se aportaría una plancha de alquitrán. Todo este deterioro y reparación progresiva significa la última etapa vital del puente antes de las obras de 2019 a 2023.

A partir de los vuelos históricos, se ha logrado identificar el camino antiguo que llevaba a la Casa de la Mota desde el puente. Fue destruido por las acciones agrícolas hace apenas unos años. Al prospectar electromagnéticamente el trazado: aparecieron piezas metálicas propias de la caminería histórica (clavos, herraduras, ganchos) pero también una tachuela de sandalia romana.
Se han recuperado piezas de cantería del cauce del Río Moscas, algunas de factura antigua y otras moderna, sobre todo piezas de pretil.
Todas las piezas de cantería de la obra original conservan en su superficie huellas y marcas de las herramientas utilizadas en su labra. La mayoría de estas marcas corresponden al uso de la dolabra[1], que es una herramienta de percusión lanzada[2] (montada en el extremo de un mago o astil) cuya zona activa presentaba dos partes funcionales: uno de los extremos tenía forma de pico; el otro tenía forma de filo cortante dispuesto en sentido vertical. La forma de pico se utilizaba en el desbastado general de la pieza y dejaba en la superficie marcas en forma de surcos paralelos más o menos próximos entre sí (véase la imagen superior de la Figura 5). Por su parte, la forma de hoja afilada o hacha se utilizaba para logar un acabado mucho más regularizado de la superficie (véase la cara lateral del bloque de la imagen central).
Otras piezas conservan marcas de herramientas de percusión posada[3], probablemente un puntero. Esta herramienta, metálica, constaba de un cuerpo cilíndrico con el extremo proximal romo y el extremo distal aguzado. La herramienta se hacía funcionar apoyando el extremo distal sobre la superficie de la roca y golpeando repetidamente el extremo proximal con un mazo o martillo. Esta manera de trabajar deja sobre la superficie una serie de marcas características que adoptan una forma de surcos paralelos más o menos próximos entre sí (véase la imagen central de la Figura 5). Cuando, entre un golpe y el siguiente, el extremo distal del puntero se levanta de la superficie y se traslada a otro punto, las huellas dejadas por la herramienta adoptan una forma crateriforme en el punto de golpeo y separados unos de otros (véase la imagen inferior de la figura 5).

El cálculo de las medidas del puente verifica su origen romano. El ancho de la plataforma del puente hasta las aletas de los estribos sería de 530 cm. Ello son 12 codos romanos (a falta de 2 cm, pues la suma sería de 532). La longitud hasta los estribos sería de 490 cm, lo que rondaría casi con exactitud los 11 codos. Las hiladas de cantería de los estribos y los tímpanos coincidiendo en alineación con el despiece de la rosca, tendrían de altura general un codo (son de una media de 45 cm). Las piezas del remate de los estribos o aletas podrían llegar a los dos codos, pero se ha perdido la totalidad de su alzada. Los anchos de los sillares de los estribos varían, pero rondan los 2 y 3 codos. El ancho de las dovelas, lógicamente variante por la necesidad de generar un arco de medio punto rebajado, también sería tendente al codo. La luz del ojo tendría 10 codos de ancho (4,50 metros mide, pero ha de tenerse en cuenta su desgaste) y cuatro codos de alto hasta la línea de impostas (180 cm estimados, puesto que la clave original desapareció). Se trata de un arco rebajado ligeramente (un 20%).
En cambio, las piezas de la rosca aportadas en la Fase III del S. XVIII tendrían un ancho y un largo más variable. Son una readaptación. El pretil tiene 35 cm, por lo que no podemos encajarlo en ningún valor romano de forma tan cómoda como el resto de los estratos sometidos a escrutinio geométrico (sería forzado en nuestra opinión considerarlo un palmipié).
Sobre la obra de este puente se suscitó una gran controversia con respecto a la morfología que estaba adoptando durante su rehabilitación[4]. Los estudios previos determinaron su mal estado de conservación, pero también su origen e interés histórico, recomendándose sólo consolidar la estructura y condenarla al paso de vehículos, generando otro puente paralelo sobre el río. Se mantuvo finalmente la propuesta de rehabilitarlo como vado útil y se decidió recuperar la volumentría que tuvo en el S. XVIII (Fase III), con pretiles. Justo antes de terminar la obra, por un enconado debate en redes sociales y prensa, se decidió paralizar la obra y retirar los pretiles, buscando el aspecto de la Fase I. Pero el resultado final que se pudo corregir tampoco refleja con exactitud el aspecto que tuvo en tiempos romanos. Por ejemplo, el paso presenta desnivel y no es llano. En todo caso: las piezas históricas del puente (tanto de la Fase I como de la III) siguen en su posición original bajo los añadidos. Camufladas y casi invisibles, pero preservadas.

[1] López, A.; Domínguez-Solera, S. D. y Muñoz, M. (2014): El Puente y el Acueducto de Valeria. Campaña arqueológica, julio de 3013. Ricotí, XIX: 77-85.
[2] Durán Fuentes, M. (2006): Estudio sobre las bóvedas de los puentes romanos. Nuevos elementos de Ingeniería Romana. III Congreso de las Obras Públicas Romanas. Astorga 2006. Junta de Castilla y León-Colegio de Ingenieros T. de O. P. TRAIANVS. Páginas 131 a142.
[3] La curva que describe una cadena suspendida de sus extremos.
[4] Durán Fuentes, M. (2004): Técnica y construcción de puentes romanos. Elementos de Ingeniería Romana. Libro de Ponencias del Congreso Europeo “Las Obras Públicas Romanas”. Tarragona, noviembre de 2004. TRAIANUS. http://traianus.rediris.es
[5] Durán Fuentes, M. (2006): Opp. Cit.
[6] Ibidem.
[7] Torrecillas, J. (2009): El viario como factor de Romanización: El ejemplo de Valeria. La ciudad romana de Valeria (Cuenca), Enrique Gozalbes (coordinador). UCLM, Cuenca. Pp. 125-155.Pp. 125 y ss. Palomero, S. (1987): Las vías romanas en la Provincia de Cuenca. Diputación Provincial de Cuenca. Pp. 162 y ss.
[8] http://palomatorrijos.blogspot.com/2014/06/castilfrio-de-la-sierra-la-melgosa-y.html
[9] Muy utilizada por las legiones romanas, esta herramienta es especialmente efectiva para el trabajo de piedras blandas. Véase Adam, 1989: 32-37 y Fig 56. [J. P. Adam (1989): La construcción romana, materiales y técnicas. León, Editorial de los Oficios].
[10] Según la clasificación de herramientas establecida por Leroy-Gourhan [A. Leroy-Gourhan (1943): L’Homme et la matière. París: pp. 47 y ss.].
[11] Ibidem
[12] https://losojos.es/patrimonio/conservar-o-restaurar-el-puente-de-la-melgosa/
Fuente: losojos.es/
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