miércoles, 22 de mayo de 2024

Las gachas desafían la tradición

Se proclamó como el Primer Concurso Comarcal de Gachas y reunió en La Frontera a dos centenares de personas llegadas incluso de otras demarcaciones. Es así como un frío día de febrero se dispuso el ánimo para acudir al evento rural organizado por la Asociación grastronómica Cultural  Skol, también vinculada a moteros. Había muchos pingüinos y no es metáfora para referirse al frío, sino el nombre que reciben quienes acuden en moto, cada enero, a Valladolid. En este entorno de gorros, pañuelos al cuello y chupas de cuero concursaron dieciséis cocineros y cocineras del plato manchego que es degustado en comunidad en descomunales sartenes. De hecho, se calcula que por cada kilo de gachas comen veinte personas.

Convocatoria del concurso
 

Ir de gachas es más que una tradición, más que una excusa para reunirse en torno a un recipiente de comida primitiva y mojar pan hasta decir basta.  Lo suyo es elaborar esta comida con harina de almortas y una recia guarnición de chorizos, hígado, panceta o cualquier ingrediente, a ser posible grasiento. Su ejecución consiste en sofreír ajos con el tropezón seleccionado, retirar después para añadir pimentón, harina y agua (o caldo) y mover sin parar hasta que la grasa asome por encima, señal inequívoca de haber logrado el punto exacto de cocción. Se trata de una receta elemental sin más arte que remover durante casi una hora para evitar que la masa acabe por pegarse.

Sartenes al fuego. La autora

Pero esta vez, la tradición saltó por los aires. Un vecino de Aranjuez de 44 años, llamado Iván García Manrique, se atrevió a subvertir el orden establecido, presentando nada menos que una sartenada de gachas con pulpo y gambón. La sorpresa vino cargada de comentarios y es así como unos las alabaron porque estaban “buenismas”, y otros las criticaron porque “eso no son gachas, no me jodas”, mientras metían el pan en el polémico recipiente. Se acabaron antes de que el jurado llegara al lugar del crimen pero, aun así, ya había quien les otorgaba un galardón in pectore. Las gachas de la discordia no se alzaron con el premio, porque la tradición no la rompe ni un motero por moderno que parezca a lomos de su Harley, pero suscitaron la polémica y marcaron un antes y un después en estas lides culinarias.

Iván García Manrique. La autora.

Dice el artífice de la sartenada con pulpo que fueron muchos quienes le pedían la receta y mostraban gratitud por beneficiarse de esta osadía a punto de blasfemia, cometida con un alimento ancestral de tanta raigambre.  Más allá del tropezón marino, la clave estaba en el fumet, como reconoció su autor, carpintero mecánico de profesión con veleidades de chef; de hecho, ejerce de cocinilla siempre que su círculo de amistades celebra una reunión con comida de por medio.

En esta ocasión había que lucirse y los participantes pusieron toda la carne en el asador, literalmente, para alzarse con el premio, dotado con 100 euros, trofeo, placa y un lote de productos variados. Al final, solo lo logró Jorge Nieva, de la cercana localidad de Torralba; y por ello, su pueblo acogerá la segunda edición de este singular concurso de carácter regional. Porque a nivel local haberlos,haylos, como el que tiene lugar en la plaza mayor de Cuenca durante La Vaquilla. Para el próximo año serán más los premiados, anuncia Alejandro José Mayordomo, convocante del Concurso y miembro del grupo motero Demonios Locos, además de propietario de una fábrica de licores en La Frontera. Sobre esta primera convocatoria regional de gachas a concurso, comenta que solo se trataba de reunirse y pasarlo bien ante un alimento “económico y contundente, que antes era consumido por necesidad y ahora se considera un manjar”.

De la aceptación que suscita este alimento castellano-manchego da fe el nutrido grupo de personas de toda edad y condición que se desplazó a este pueblo conquense, desafiando una gélida y gris jornada de febrero. Para evitar que la fiesta se aguara, se optó por alojarla en el antiguo castillo de la localidad. Aun así, contra todo pronóstico, el sol asomó el tiempo justo para comer en un ambiente familiar amenizado con música y envuelto en el humo de las brasas. Los anfitriones no descuidaron ni el pan de leña, indispensable en un plato como éste.

Pan de leña. La autora

Las gachas con harina de almortas, vianda tradicional castellano-manchega, fue declarada no apta para el consumo humano en 1967. Hasta entonces había constituido el sustento básico en época de hambruna, como en la guerra de Independencia española, la guerra civil y la postguerra. La relación entre la ingesta de esta harina (Lathyrus sativus) y el latirismo, enfermedad neurotóxica que afecta a las piernas y degenera huesos y cartílagos, fue la causa de su prohibición; si bien, consumirla esporádicamente no supone un riesgo para la salud…hasta el veneno es inocuo en dosis pequeñas, según cuentan.

Entre las gachas presentadas a concurso las hubo elaboradas a base de ingredientes tradicionales, como panceta o chorizo, y otros menos usuales como el boletus y el citado pulpo. La ocasión se prestaba a varias posibilidades: recrear las recetas de toda la vida o arriesgarse e innovar. Visto lo visto, está claro que el próximo año no faltarán quienes se aventuren a experimentar con ingredientes insólitos. Iván, el más revolucionario por el momento, ya anuncia que la próxima edición acudirá al encuentro con unas gachas conquenses a base de productos oriundos de la zona. Suena a lo de siempre pero…¿y si lo de siempre ya no es lo que era?

Fuente: losojos.es/

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