martes, 18 de enero de 2022

SINDICATOS AGRÍCOLAS EN TORREJONCILLO DEL REY (CUENCA)

 De nuevo nuestro agradecimiento a Carlos Cuenca por estos magníficos trabajos de investigación

El 28 de enero de 1906, en plena Restauración española, S. M. el Rey Borbón Alfonso XIII (Madrid, 1886 – Roma, 1941) promulgaba la ley de Sindicatos agrícolas, del ministro liberal D.º Rafael Gasset Chinchilla, siendo el Presidente del Consejo de Ministros D.º Segismundo Moret y Prendergast (Cádiz, 1833 – Madrid, 1913); ley que, como en tantos otros municipios de nuestro país, no fue indiferente a los agricultores y jornaleros de nuestra localidad de Torrejoncillo del Rey (Cuenca).

D.º Rafael Gasset y Chinchilla (Madrid, 1866 – Id., 1927), periodista y político, fue Ministro de Agricultura de 1900 a 1903 en la Regencia de la Reina Cristina de Habsburgo; y nuevamente, ya con D.º Alfonso XIII como Rey, con el mismo ministerio y añadida la cartera de Fomento, ministro desde el año de 1905 hasta julio de 1906, ‐dos meses antes del famoso atentado contra el Rey y la Reina D.ª Victoria Eugenia en el día de su boda por el anarquista D.º Mateo Morral.

El político liberal retomaría nuevamente estas carteras en años sucesivos, compaginando sus actuaciones de gobierno en el ministerio con su labor como periodista en El Imparcial, del que fue director y propietario; acomodándose a las entradas y salidas de ministros y cambios de gobiernos, en esta alternancia tan característica de la Restauración española (1874 – 1931) hasta su agotamiento y defunción con el golpe de estado de 1923 del General D.º Miguel Primo de Rivera.









El trabajo del ministro Rafael Gasset fue ampliamente reconocido durante la II República, donde incluso se le llegó a dedicar un parque en Ciudad Real, con un monumento existente a día de hoy en su honor. 

La ley de Sindicatos agrícolas citada, contó con el correspondiente reglamento para su ejecución de 16 de enero de 1908; y abrió una nueva etapa de resurgimiento agrícola y para el sindicalismo agrario español, contando a finales de los años 20 sus mejores momentos por el gran número de sindicatos, cajas rurales, cámaras agrarias, etc…, que se crearon.

Orientada para “fomentar el espíritu rural, difundir la cooperación y acudir de un modo eficaz a llenar los servicios necesarios para salvar la Agricultura”, abría la puerta al movimiento asociativo, donde curiosamente esta importante ley de la Restauración recogía la expresión española de sindicato, en lugar de cooperativa utilizada en el resto de países europeos en la época.

Entre sus principales objetivos, y según un informe de ASAJA de CyL, se encontraban el:

·        Promover el crédito agrario con estructuras similares a lo que sería una cooperativa de crédito o caja rural.

·        Promover la compra de medios de producción en general y la comercialización de los productos, en particular los cereales y después la uva y el vino.

·        Promover un servicio de guardería rural (vigilancia de los campos y propiedades rurales)

·        Promover la formación y la educación de los asociados (granjas escuela)

·        Disponer de instrumentos de aseguramiento de las cosechas.

·        Participar en las juntas reguladoras de las condiciones del trabajo y los salarios.

·        Promover el desarrollo de infraestructuras de uso común y en particular en esa época hay un gran interés por el desarrollo de los regadíos.

 

Torrejoncillo del Rey (Cuenca) no quedó fuera de este creciente movimiento asociativo y al poco tiempo de la entrada en vigor de la mencionada Ley de sindicatos agrícolas, en 1909, tuvo su primer sindicato agrícola, como así he podido recoger de la “Memoria descriptiva de las Entidades Agrícolas”, de 1914, de la Acción Social del Ministerio de Fomento de la época.


Si bien el origen del sindicalismo agrario español se remonta a principios del pasado siglo XX, ya existían en nuestro país asociaciones y entidades agrícolas de origen muy antiguo, donde “en 1770 recoge el Consejo de Castilla miles de Asociaciones y Cofradías o Hermandades, medio religiosas, medio civiles, poseedoras de tierras, árboles y ganados que beneficiaban mancomunadamente, y cuyos frutos invertían en fines igualmente colectivos…” como se indica en la mencionada Memoria descriptiva de 1914.

O las Cámaras agrícolas oficialmente organizadas con el Decreto de 14 de noviembre de 1890; las Comunidades de Labradores, otra forma de asociacionismo mediante la Ley de 8 de julio de 1898; y las Federaciones Agrarias que si bien no tenían organización oficial sí recogían un gran número de agricultores de toda España, destacando las de ambas Castillas, integrándose todo este número de agricultores y asociaciones en la Unión Agraria Española.

Inicialmente estas asociaciones agrarias, los sindicatos agrarios creados al amparo de la Ley de 1906, eran por lo general asociaciones obreras de ámbito local, benéficas, filantrópicas, y culturales, promovidas en muchos casos por las jerarquías eclesiásticas y estando aun lejos del asociacionismo reivindicativo de los años 20.

La jerarquía de la iglesia católica influida por la encíclica Rerum novarum (1891) del Papa León XIII, impulsa la corriente sindical y reafirma su interés por constituir asociaciones obreras ‐si bien la llamada “doctrina social de la iglesia” ya contaba con importantes precursores como el intelectual francés Federico Ozanam (Milán, 1813 – Marsella, 1853) o el S. J. Antonio Vicent quien en 1864 crea le primer Círculo Católico de Obreros, en Manresa‐, y sirva como dato de este creciente interés de la iglesia católica, como en nuestra provincia entre los año 1916 al 1917 se constituye la Federación Católica al objeto de atraerse al sector obrero con el apoyo de quien fue obispo de la diócesis entre los años de 1900 a 1922 D.º Wenceslao Sangüesa y Guía, tal y como se recoge en el libro del conquense doctor en historia de la UCLM D.º Ángel Luis López Cuenca durante la II República: elecciones partidos y vida política 1931 1932”.



 Como digo, Torrejoncillo del Rey no fue ajeno a este movimiento asociativo, casi podría decir que pionero con la promulgación de la Ley de sindicatos agrícolas, y en 1909 crea su primer sindicato católico agrícola, en concreto La Sociedad de Socorros Mutuos “Centro Obrero católico” bajo la advocación de San Pedro Apóstol considerada de tipo benéfico – católica y supuestamente alejado de movimientos políticos o de carácter reivindicativo, siendo sacerdotes de nuestra localidad D.º Ángel del Barrio y D.º Antonio Garríguez Rodríguez, y alcalde probablemente D.º Cruz López Ayala Calleja, echando mano un vez más del inestimable libro de D.º Julián Balsalobre

 

Sus estatutos se recogían en un libro de 12 páginas del cual, tras una somera indagación en los archivos históricos tanto del Ayuntamiento y la Parroquia de Torrejoncillo del Rey como del Obispado de Cuenca, lamentablemente, no obtengo constancia de su existencia, así como cualquier otro documento referente a este Centro Obrero Católico del pueblo en estos archivos locales y provinciales, o revisando páginas por internet.

 

Posteriormente, en 1912, y siendo alcalde D. Inocente Morales Cuenca, se crea un nuevo sindicato agrícola en nuestra localidad alcarreña como se desprende de la Memoria Agrícola citada, no aportando más datos de este nuevo sindicato, pero que sí nos da una idea del importante movimiento asociativo de Torrejoncillo del Rey; llegando incluso el periódico El Día de Cuenca en julio de 1930, en el final de la época alfonsina, poner de ejemplo a nuestro pueblo junto al de Iniesta en “sindicación agraria”, como se indica en el mencionado libro Cuenca durante la II República: elecciones partidos y vida política 1931 1932”.


De aquellos años, nuestro paisano J. L. Calero López de Ayala, filólogo y miembro de la RACAL, en un artículo publicado en 2004 en la modesta revista local “La ballena alegre” que editaba artesanalmente junto con mi amigo el sacerdote D.º Alfonso Ortega González actual párroco de Horcajo de Santiago y una “pléyade” de paisanos colaboradores, sabemos que aquel Torrejoncillo del Rey, de 1.700 almas, contaba con abundantes comercios, pequeñas industrias, o servicios, amén de la ordinaria y fundamental actividad agrícola y ganadera: dos posadas, cinco sastrerías, tres carpinterías –una de mi bisabuelo Gregorio Cuenca‐ seis molinos harineros, cinco zapaterías, siete maestros albañiles, dos guarnicioneros, dos hojalaterías, una fábrica de hilados, ocho cosecheros de vino, seis tiendas de comestibles, tres comercios de tejidos, y dos confiterías; así como profesionales: dos médicos, dos boticas, y un abogado. Con esta retahíla de tantas y diversas actividades económicas no es de extrañar que nuestro pueblo participara activamente como digo de este creciente movimiento asociativo.

 

Años más tarde, ya en los turbulentos años de la II República con su trágico final por todos conocido, también de este libro obtengo el dato que la sociedad o sindicato agrícola “Trabajadores del Campo” de Torrejoncillo del Rey ingresaba en la Unión General de Trabajadores (UGT) ‐sindicato socialista y de clase‐, dándose de alta el 23 de marzo de 1933 con un total de 125 socios, que bien pudiéramos suponer que fuera el sindicato agrícola creado en 1912 en nuestra localidad.

 

Para terminar estos sucintos apuntes de historia sobre la sindicación agrícola en nuestro pueblo y a modo de conclusión personal, decir que todos estos datos constatan como Torrejoncillo del Rey fue un municipio de la época no ajeno a los tiempos, a pesar entonces –y ahora, ay‐ de pertenecer a la provincia menos industrializada de España y por consiguiente ser de las últimas provincias en asociacionismo obrero en la Restauración y ulterior II República; y que durante la época alfonsina Torrejoncillo del Rey fue un núcleo importante del mundo rural conquense tanto en actividad económica por su múltiple y diversa industria como en movimientos asociativos tanto benéfico – católicos como posteriormente en asociacionismo reivindicativo.

 

 

 

 

Carlos Cuenca Arroyo En Torrejoncillo del Rey (Cuenca), a 30 de julio de 2015.

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