lunes, 3 de mayo de 2021

Los Tercios españoles “España mi natura, Italia mi ventura, Flandes mi sepultura”

 


FLANDES, MI SEPULTURA


Castilla, mi natura: el lance del condestable Iranzo; Italia, mi ventura: cardenal don Gil de Albornoz, general Hernando de Alarcón. Julián Romero, el de las hazañas, o Flandes mi sepultura. Conquenses todos, representativos de las tres Cuencas: Mancha, Serranía, Alcarria; los nacimientos en Belmonte, Cuenca, Palomares, Torrejoncillo de Huete.
Ahí, hacia 1518, nació Julián Romero; por sobrenombre, de las hazañas. Albornoz, eclesial y militar, es Italia misma: el recobro de los dominios vaticanos; impera Carlos V, y Alarcón se llama Pavía, saco de Roma; reina Felipe II: Julián Romero ocupa los arrabales de San Quintín.
Aquel 10 de agosto, Julián Romero va a la cabeza de un tercio; en el asalto del día 27 se rompe una pierna. Sigue dejando pedazos de su cuerpo -un ojo, un brazo, esa pierna-, batalla tras batalla.

Escribe con sangre la hoja de servicios. Voy por su rastro rehaciendo hechos de armas: la marcha de Italia a Flandes, la guardia de Bruselas ante el ajusticiamiento de Egmon, la toma de un bosque y destrucción de las fuerzas de Orange, el cerco de los hugonotes en la ruta de Francia, el saque de Mons, la defensa de Amberes… Se dijo así: Julián Romero, la mejor pica de Flandes.
Manda la expedición de Italia el gran Duque de Alba. Parten el 2 de junio, y en agosto llegan a Flandes. Es el año de 1567, décimo aniversario de San Quintín. Alba adolece de gota. Julián Romero lleva a su cargo diez banderas de Sicilia…
A mediodía, el 6 de junio de 1568 sube al cadalso el príncipe de Egmon. En torno de la plaza, en las calles que la rodean, despliega sus tercios Julián Romero.
Quien, setiembre de ese año, entrada la noche, acuchilla a unas compañías y e hace del bosque donde acampara el enemigo, los conjurados del príncipe de Orange.
Vísperas de Lepanto, 1571, Julián Romero cerca a los hugonotes, les cierra el paso de Francia. Madrugada del 11 al 12 sorprende con una encamisada al protestante; el príncipe huye y Julián Romero mira de la do el saqueo de la ciudad: Mons, predestinada ciudad.
Maestre de campo, recibe el hábito de Santiago, caballero de Santiago; muere hacia 1577 en Alejandría de la Palla, vecindades de Cremona, patria de los violines.
En ese “ámbito de la muerte” se lo figura el Greco para un cuadro de ofrenda, quizá alguna capilla, quizá votivo, encargo de doña María Gaytán Romero, hija del maestre. La misma que, con su madre, fundaran las Trinitarias, 1611, para tumba de sus antepasados. Revestido de las amarilleces de la muerte, juegan en ese retrato los blancos de la gorguera, de los fiadores, los puños, alechugados, bajo la gran capa santiaguista que llena el lienzo.
Es conocido óleo, joya del museo del Prado. De rodillas, los ojos en una visión celestial, ingrávido, fúnebre el rostro, exangüe, muy grequiano, las manos orantes a su patrono. ¿Teodoro Estralites, hombre de armas bizantino”
Le iría. No menos, San Luis rey de Francia: un rey sin cetro, pero con lis, de broche en manto, sobre la armadura; bigote, perilla… O el propio de su advocación: San Julián; no el obispo de Cuenca; San Julián el Hospitalario, protagonista de uno de los Trois contes, de Flaubert, el de la iglesia gótica de Saint Julien le Pauvre –venerado en Sicilia-, de rito griego católico; iglesia de la que partía el camino de Santiago –Julián Romero, hábito de Santiago-, en la calle de Saint Jacques, cerca del Sena.
Su retrato es un greco época del Entierro del Conde de Orgaz, ya también desaparecido el personaje. La inscripción, Siglo XVIII, en el plinto de una columna dice “Julián Romero el de las Azañas. Nl de Antequera. Comor en la Orn. De San. Tiago Mte. De Campo el más Famoso de los Egercito d Ytalia y Flandes decuios hechos Gloriosos están llenas las Historias”.
Para Antequera barre y le hace de Antequera José de Cañizares, autor de una comedia de invectiva, publicada en Valencia, 1768. Su figura y sus hechos los había versificado y puesto en escena siglo y medio antes, Lope de Vega. Gran tipo, del de las hazañas, se le ve resistir, victorioso, las corrosiones del tiempo.
Pedro de Lorenzo.
Fuente: Grupo de Facebook "Historia de Cuenca. Seguidores de Julián Torrecillas, historiador .."

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