El mayor estudio realizado hasta la fecha sobre el ADN antiguo de la
Península Ibérica ofrece nuevas perspectivas sobre las poblaciones que
vivieron en esta región durante los últimos 8.000 años. El
descubrimiento más sorprendente sugiere que los cromosomas Y locales
(masculinos) fueron reemplazados casi completamente durante la Edad de
Bronce.
A partir del 2500 a.C. y durante unos 500 años, los análisis indican
que se produjeron acontecimientos sociales tumultuosos que dieron forma a
la ascendencia paterna de los ibéricos hasta nuestros días.
El trabajo, publicado en Science el 15 de marzo por un
equipo internacional de 111 personas liderado por investigadores de la
Facultad de Medicina de Harvard y el Instituto de Biología Evolutiva de
Barcelona, también detalla la variación genética entre los antiguos
cazadores-recolectores, documenta el entrecruzamiento entre los antiguos
ibéricos con los pueblos del norte de África y el Mediterráneo, y
proporciona una explicación adicional de por qué los vascos actuales,
que tienen un lenguaje y una cultura tan distintivos, también son
ancestralmente diferentes de los demás ibéricos.
Algunos de los hallazgos apoyan o aclaran lo que se sabe sobre la
historia y la prehistoria de Iberia, mientras que otros los desafían.
El equipo analizó genomas de 403 ibéricos antiguos que vivieron entre
los años 6000 a.C. y 1600 d.C., 975 personas de fuera de la Península
Ibérica y unos 2.900 de la actualidad.
Los investigadores hallaron que ya en el año 2500 a.C., los ibéricos
comenzaron a vivir junto a personas que emigraron desde Europa central y
que tenían ancestros genéticos recientes en las estepas rusas. En unos
pocos cientos de años, los análisis mostraron que los dos grupos se
habían entrecruzado extensamente.

Por ejemplo, en el yacimiento de la Edad de Bronce conocido como
Castillejo de Bonete en España, donde una mujer y un hombre fueron
encontrados enterrados uno al lado del otro, los análisis revelaron que
la ascendencia de la mujer era totalmente local, mientras que el hombre
tenía ancestros de Europa central.
Según los investigadores, los hombres y las mujeres de los dos grupos
contribuyeron con proporciones sorprendentemente desiguales de ADN a
las generaciones subsiguientes.
Antes de la llegada de los centroeuropeos, los ibéricos no tenían
ascendencia reciente detectable fuera de la Península Ibérica. Después
del año 2000 a.C., el 40 por ciento de los antepasados de los ibéricos
en general y el 100 por cien de sus antepasados patrilineales -es decir,
su padre y el padre de su padre, etcétera- se remontan a los grupos que
llegaron de Europa central.
Según Carles Lalueza-Fox, investigador principal del Laboratorio de
Paleogenómica del Instituto de Biología Evolutiva y co-autor principal
del estudio los datos sugieren que hubo un cambio genético importante que no es obvio en el registro arqueológico.
Todavía no está claro qué podría haber provocado un cambio tan
dramático. Los investigadores creen que sería un error llegar a la
conclusión de que los hombres ibéricos fueron asesinados o desplazados
por la fuerza, ya que el registro arqueológico no da pruebas claras de
un estallido de violencia en este periodo.
Una posibilidad alternativa es que las mujeres ibéricas locales
prefiriesen a los recién llegados de Europa Central en un contexto de
fuerte estratificación social, afirma Lalueza-Fox.
A medida que pasaron los siglos, la ascendencia paterna continuó
evolucionando. Sin embargo, la mayoría de los hombres ibéricos de hoy en
día pueden remontar su ascendencia paterna a estos recién llegados de
la Edad de Bronce.
Los grupos de cazadores-recolectores dispersos por toda la Península
Ibérica tenían una composición genética muy diferente entre sí en la era
mesolítica, desde aproximadamente el año 8000 a.C. hasta el 5500 a.C.,
lo que sugiere que nuevos grupos de cazadores-recolectores emigraron a
la Península Ibérica y transformaron las poblaciones locales antes de
que los agricultores llegaran con sus propios ancestros desde Anatolia.
Un estudio independiente sobre cazadores-recolectores ibéricos,
publicado en Current Biology el mismo día que el artículo de Science, llega a conclusiones similares.
Una persona enterrada en Iberia entre el año 2400 a.C. y el año 2000
a.C. tenía ascendencia totalmente norteafricana, y una segunda persona
que vivió entre el año 2000 a.C. y el año 1600 a.C. tenía un abuelo con
ascendencia norteafricana. El nuevo estudio confirma que las migraciones
también se produjeron de África a Europa.
Muestras de personas de la Edad de Hierro que vivieron alrededor del
año 900 a.C. al 19 a.C. en áreas donde se hablaban lenguas muy
diferentes, tenían una ascendencia significativa de la estepa rusa. Esto
sugiere que la afluencia de personas no siempre provocó cambios
lingüísticos, específicamente la adopción de lenguajes indoeuropeos.
Los vascos de hoy en día son genéticamente similares a los de la Edad
de Hierro en toda la Península Ibérica, lo que lleva a los
investigadores a la hipótesis de que la ascendencia y la lengua vasca
permanecieron relativamente intactas durante milenios, mientras que
otros grupos a su alrededor se mezclaron y cambiaron de forma más
significativa.
La ascendencia norteafricana estaba más extendida en Iberia durante
el periodo romano (alrededor del año 20 a.C. al 400 d.C.) de lo que se
creía anteriormente, especialmente en el sur. La influencia genética se
aprecia mucho antes de que grupos del norte de África conquistaran
Iberia durante el siglo VIII d.C.
Fuente: https://www.labrujulaverde.com/
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