Hay un tipo de toreo especial al que su espectacularidad le hace único. Un arte que consiste en plantarse frente a un toro bravo en puntas, sin más herramienta que el propio cuerpo, la frialdad, la habilidad y la valentía necesaria para anticiparse al animal, citarlo, templar su embestida y recortarlo de la manera más sutil posible. Es el toreo a cuerpo limpio, la forma más ancestral y pura de enfrentarse al toro.
Cuenca es una provincia fecunda en lo que a recortadores se refiere y la
afición a los mismos es enorme. Mucho ha tenido que ver en ello el empuje hace
unos años del que fuera la gran figura de este mundo, Rubén Palomino. De esta
forma, los concursos que se organizan en la capital con motivo de la Feria de
San Julián congregan a una gran cantidad de gente en los tendidos. Pero es que
además cada vez hay más pueblos en los que se programan este tipo de festejos.
Por ello, hay que destacar su importancia y saber ponerlos en valor, en tanto y
cuanto son vivero de posibles nuevos aficionados a la Tauromaquia. Es más,
cuentan con una gran afición que admira y valora lo que estos toreros son
capaces de hacer en la cara del toro.
El principal referente del recorte conquense en la actualidad es Conrado
Ortiz, natural de Torrejoncillo del Rey, que desde que empezara a recortar en
2004 siguiendo la afición de su abuelo y de su padre, ha cosechado importantes
triunfos. Valencia, Castellón y Zaragoza le han visto coronarse como el mejor,
pero especialmente Cuenca, donde ha ganado tres concursos en los últimos años.
Conra destaca que lo más importante es la preparación psicológica, «pues si la cabeza te
funciona, te deja estar en la plaza como tú quieres». Eso sí, no hay
que olvidar tampoco la preparación física, ya que hay que estar preparado para
la exigencia a la que te obliga el toro. Por eso él, como el resto, corre a
menudo y entrena con regularidad con el carretón para dar lo mejor de sí.
Para Héctor Donate, este mundo debería estar «mucho mejor valorado»,
y es que pone el ejemplo del último Campeonato de España de Zaragoza, «en el que la plaza estuvo
hasta arriba, pero la cantidad que te dan por participar es irrisoria».
Para él jugarse la vida de esta forma debería tener una recompensa mayor, y es
que «hasta que no ocurra
una desgracia, no se va a valorar lo que hacemos como realmente merece».
Por eso, sentencia, «esto
lo hacemos por pura afición y por la satisfacción que sentimos».
En una línea muy parecida camina Álvaro Arcos, de Montalbo, sobre todo
en lo que le lleva a dedicarse a esto, que es afición y pasión. Asimismo, hace
hincapié en el buen aspecto que presentan las plazas de toros cuando albergan
espectáculos de recortadores. «Lo
más bonito es ver a tanta gente disfrutar con lo que hacemos, porque creo que
ellos sí que valoran lo que estamos dispuestos a hacer y así nos lo transmiten»,
comenta.
Esa pasión y esa afición que transmite el público a los recortadores es
la que lleva a estos héroes del toreo sin herramientas a poner su vida a
disposición de un animal. «Si
no tuviéramos el amor que tenemos por ello, no lo haríamos», reconoce
Jonathan Mingo. Y es que, continúa, «lo
que a mí me da el toro, no me lo da nada en esta vida; la sensación de ponerse
delante de él a cuerpo limpio no se puede explicar con palabras».
Semejante punto de vista tiene David Pardo, que comenta que «poder recortar al toro es mi
vida y no podría vivir sin ello». Como el resto de sus compañeros,
cree que merecen más reconocimiento y estar mejor considerados económicamente.
Fuente: www.porelpitonderecho.com
Animo Conra todos tus paisanos estamos orgullosos y te animamos a que sigas asi
ResponderEliminarAnimo Conra todos tus paisanos estamos orgullosos y te animamos a que sigas asi
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