Hace apenas unos días, con el reparador viento otoñal,
ha llegado a nuestras manos un libro importante. Uno de esos libros que
nos reconcilian con el género humano y consolidan definitivamente el profundo
agradecimiento que sentimos hacia quienes, de una u otra
manera, hicieron posible que aprendiéramos a leer.
Dos gruesos volúmenes (más de dos mil páginas), editado por
la Diputación Provincial de Cuenca. Su título: ‘Diccionario etnolingüístico y
dialectal de la provincia de Cuenca’. Su autor: José Luís Calero López de Ayala,
natural de Torrejoncillo del Rey, doctor en Filología Hispánica, ha sido
profesor en la Universidad de Barcelona, catedrático de Escuela Universitaria
y, últimamente, profesor titular de la Universidad de Castilla La Mancha, hasta
su jubilación. Un conquense (nacido en Torrejoncillo del Rey) enamorado de su
tierra que, como don Quijote, “prefiere el camino a la posada”, y ha
recorrido todos los pueblos de la provincia de Cuenca, hablado con sus
gentes, pateado sus campos, recogiendo con pasión vocablos a impulso de su
vocación, como “un humilde labrador que cosecha palabras que lleva el viento”,
para, de manera rigurosa, con mano de experto, ir conformando el
“corpus” del habla de nuestra región.
Más de diez mil entradas (voces) estudiadas desde un amplio
abanico de campos: transcripción fonética, forma académica, categoría
gramatical, campo semántico, valoración dialectal, nombre científico, pueblo
donde las recogió… contiene el libro. Voces de “andar por casa”, ecos del
pueblo sencillo; añejas expresiones, modos de comunicación que son parte
fundamental de la cultura y la tradición del mundo rural. Aquellas
“vulgaridades rústicas que aún duran en nuestra lengua…” que reprobaba Quevedo
en el ‘Cuento de cuentos’.
Sí, el doctor Calero López de Ayala ha hecho un trabajo magnífico,
ejemplar y rigurosamente científico, cuyo objetivo principal, “recoger y
enriquecer parte del patrimonio cultural de la provincia de Cuenca” (pág. 20),
responde al afán de toda su vida, dedicada a la docencia y a la investigación.
Desde su tesis de licenciatura, ‘Habla de la serranía de Cuenca’,
posteriormente ampliada en su tesis doctoral, ‘El habla de Cuenca y su
serranía’, hasta este diccionario, que representa la culminación.
Un libro de referencia que vale la pena consultar, leer despacio.
Nos provocará el asombro y… mil sonrisas. Nos dará la oportunidad de conocer y
(y disfrutar) que, en esencia, el habla nacida del pueblo, y trasmitida
oralmente, es como una caricia a los que se fueron. Rescatarla de la sinrazón
del olvido ha sido la encomiable labor del profesor. Y, utilizarla, que, en
contra de otras opiniones no es signo de incultura sino lo contrario, casi una
obligación para todos; siempre que el usuario entienda que está manejando otras
maneras, otros registros de lenguaje; que lo importante es distinguirlos y ser
capaz de aplicarlos todos; que hablar lo que de hermosa manera los italianos
llaman “la lengua familiar” es un acto de amor, un canto de cuna; es nacer de
nuevo. A fin de cuentas, como alguien inteligentemente dijo, en el fondo “el
español es la suma de todas las maneras de hablarlo”.
No quiero cerrar estas líneas sin enviarle desde aquí mi
felicitación por su hermosa aventura. Y mi deseo ferviente de que esta
obra tenga el éxito que merece, forjado sin duda, como el hierro, en el duro
yunque del tesón. Como escribe Gil de Biedma, “…ahora sí. Pueden alzarse las
gentiles palabras (…) y flotar ligeramente sobre el aire; (…), voces de ayer
que reviven”, gracias a su gran trabajo. Yo, en este instante, desde
Sisante, mi pueblo conquense, fresca por fin la mañana, a mi lado don Quijote,
espero el alba con el libro por lanza, presto a adentrarme en sus páginas, y
preparándome para salir a defender este tesoro de nuestra lengua, seguro de que
“la ceniza se convertirá de nuevo en llama” avivada por las sensaciones y los
conocimientos derivados de su lectura.
Fuente: www.lasnoticiasdecuenca.es
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