El 15 de marzo de 2020, puesta en marcha por el Ministerio de Defensa, comenzaba la Operación “Balmis” para hacer frente al virus COVID – 19. En esta operación se desplegaron más de 2.500 efectivos en 172 localidades de toda España del Ejército de Tierra, Armada, Ejército del Aire, Unidad Militar de Emergencias y Guardia Real, y dirigida por el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), llegando a contar con 6.040 militares movilizados en 208 localidades en el 40º del confinamiento. “Las actuaciones que se están ejecutando están relacionadas, principalmente, con la desinfección de infraestructuras críticas (puertos, aeropuertos y estaciones), instalaciones sanitarias y de dependencias tanto de las FCSE como de otros servicios públicos esenciales además de apoyo en la instalación de hospitales de campaña”, serían los objetivos de la misión.
Esta misión de las Fuerzas Armadas en esta crisis sanitaria ha sido bautizada con el nombre de Operación Balmis, como homenaje a la expedición humanitaria que lideró Francisco Javier Balmis Berenguer entre 1803 y 1806, un médico militar que llevó la vacuna de la viruela a los territorios del imperio español en América y Filipinas. “El propósito del grupo no fue otro que acabar con la mortalidad infantil que el virus estaba originando en los territorios de ultramar. Desde su salida del puerto de La Coruña, la tripulación inmunizó a las poblaciones de Canarias, América, Filipinas, Macao, Cantón y la isla Santa Elena. Una proeza sanitaria que el facultativo alicantino logró junto al militar catalán José Salvany”; según continuamos leyendo en la nota de prensa publicada por el EMAD en la web del Ministerio de Defensa. El proyecto se desarrolló en el mes de junio de 1803 por la Junta de Cirujanos de Cámara, con el título de Derrotero que debe seguir para la propagación de la vacuna en los dominios de su Majestad – Carlos IV- en América.
Pero no pretendo escribir hoy sobre tan fascinante vida de este hombre ilustrado, la del naturalista y botánico, especialistas en enfermedades venéreas, y cirujano militar, la del alicantino Francisco Javier Blamis; o sobre la imprescindible labor que está llevando a cabo el ejército español en esta terrible nueva crisis sanitaria, esta vez provocada por el coronavirus COVID 19; o sobre este virus chino tan letal que tiene confinada a España, y el mundo, y que lamentablemente continuamos sin controlar. Donde hoy la prioridad está en conseguir el control de la pandemia parando los contagios y su extinción si fuese posible, cuidar a todo el personal sanitario y el resto de las fuerzas y cuerpos de seguridad españoles, atender correcta y diligentemente a los afectados, proteger a la ciudadanía, y tratar de no ver en los fallecimientos, especialmente el de las personas mayores, una mera cifra estadística, dignificando su pérdida irreparable y respetando su memoria y legado.
Sino volver, como hice con otro artículo escrito en noviembre de 2018 sobre La Gripe Española y publicado en el blog Torrejoncilleros, a reflejar algunos datos encontrados sobre otras pandemias que a lo largo del siglo XIX han afectado a nuestro pueblo. Como por ejemplo este sorprendente anuncio publicado en la Gaceta de Madrid (actual Boletín Oficial del Estado) en 1803, y que he localizado en la hemeroteca del BOE, donde cuenta cómo se introdujo la vacuna de la viruela en Torrejoncillo del Rey “a solicitud del cura párroco, y por diligencia de D. Juan Joseph Valsalobre y D Ángel Fernandez”, en noviembre de ese año.
La Gaceta de Madrid, Publicación de 22 de noviembre de 1803
El “Cura párroco” que menciona el anuncio sería Juan Bautista Marín uno de los promotores de este novedoso experimento sanitario, según no sólo leo en la relación de párrocos que han formado parte de la parroquia de Torrejoncillo del Rey del libro de D. Julián Balsalobre, sino en la relación del clero en España de la Guía del Estado Eclesiástico seglar y regular, de España en particular, y de toda la Iglesia Católica en general para el año de 1803.
Otro de los promotores en la inoculación de la vacuna de la viruela entre sus vecinos sería un viejo personaje ilustre, muy conocido por los torrejoncilleros, Juan José Balsalobre, alcalde de Torrejoncillo del Rey, y padre de Nicolás, Fernando, Juan José –quien fuera Gobernador de Cuenca- y José Antonio Balsalobre Jaramillo, Caballeros todos de la Orden de Calatrava, y dos de los cuales, Fernando Balsalobre Jaramillo, Presbítero, Caballero de la Orden de Santiago, Predicador de su Majestad, Capellán de Honor y Magistrado del Tribunal de las Órdenes Militares y su hermano José Antonio Balsalobre Jaramillo, Caballero de la Orden de Santiago y Fiscal del Tribunal Supremo de Justicia, reposaban en la Ermita de Ntra. Sra. de la Paz del Convento Franciscano de los Ángeles Custodios del pueblo, hasta la expoliación de sus panteones.
Sobre el tercer personaje en discordia que nombra la publicación de La Gaceta de Madrid, D. Ángel Fernández, no he encontrado ninguna referencia navegando por internet. Me pregunto si sería el médico o cirujano del pueblo por aquella época, o algún otro personaje notable o destacado entre la vecindad.
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Guía del Estado Eclesiástico seglar y regular, de España en particular, y de toda la iglesia católica en general. 1803
En ese año de principios de siglo, nuevamente en el mes de noviembre, se vacunaron en el pueblo contra la viruela 210 personas de ambos sexos en edades comprendidas entre los dos meses y los 20 años, “todos con el mejor éxito y felicidad”, donde no se produjo ningún fallecido con el experimento, como sí acaeció en pueblos limítrofes al de Torrejoncillo del Rey donde no quisieron adoptar la vacuna, tal y como vemos se describe en la publicación oficial. Así, Torrejoncillo se convirtió entre los más tempranos partidarios en favor de la inoculación de “las viruelas naturales”, como Francisco Javier Balmis, Director de la Real Expedición Marítima de la Vacuna, precursor de unos de los hitos iniciales de la moderna medicina preventiva, realizaría por todo el mundo.
Hay que tener presente que la primera inoculación en un ser humano de la vacuna (del latín vacca –vaca-, ya que el virus de la viruela bovina, que no era grave, producía inmunidad y la protección definitiva contra la viruela) fue en 1796, por su creador, el médico inglés Edward Janner, a un niño de 8 años, y que incluso tras la publicación de su exitoso estudio de investigación (1798) que lo convertiría en el medico más famoso del mundo, no sería gloria lo que recibiese en su país sino burlas y críticas ante el escepticismo y el miedo inicial de muchos sobre la perspectiva de ser inoculados con viruela bovina para protegerse de la devastadora viruela, como las que recibiría de la clerecía anglicana denunciándola como repugnante e impía.
Las primeras vacunaciones de la viruela en España tuvieron lugar en Cataluña, en diciembre de 1800, y no sería hasta abril y mayo del siguiente año cuando se hicieran los primeros ensayos con éxito en el Corte y en la capital del Reino. Por esto me parce sorprendente que dos años después de experimentarse en la Corte, a cinco años del primer niño vacunado en el mundo, se inoculara también con éxito a la población de un pequeño y remoto lugar, Torrejoncillo del Rey.
Como nota historiográfica, y para situarnos en el momento local, a lo largo de 1803 y 1804 se completaba el proceso inquisitorial –instruido por otro ilustrado católico, el obispo A. Palafox- contra Isabel Herraiz, la “beata de Villar de Águila” fallecida en 1802, en esta fascinante España nuestra, tan controvertida, donde somos capaces de realizar una gesta como la de Balmis, que entre 1803 y 1806 dio la vuelta al mundo propagando la vacuna contra la viruela en extensos territorios de América y Asia, reconociéndole con honores y varios cargos desempeñados hasta su muerte en 1819; experimentar con una vacuna recién creada en una mínima población alcarreña como la de Torrejoncillo del Rey, promovido por próceres locales entre los que se encontraba el cura católico local, convirtiéndola en una localidad pionera en medicina preventiva de la ciencia moderna; o por el contrario alimentar supersticiones como la de venerar y seguir a pies juntilla a una “iluminada” que aseguraba tener al mismo Jesucristo dentro de su pecho, cuya fama traspasó la frontera de la provincia conquense logrando convertir a la vecina Villar del Águila en un verdadero centro de peregrinación, incluso alentada por los propios franciscanos del convento de Torrejoncillo del Rey donde casualmente unos años después reposarían los descendientes de uno de los promotores de la introducción de la vacuna.
Caricatura satírica de 1802 que muestra al doctor Edward Jenner en el hospital de St Pancras de Londres (en la caricatura se puede observar como salen vacas del cuerpo de la gente).
Otros anuncios de La Gaceta de Madrid que he localizado en la hemeroteca del BOE, publicados más de 80 años después de la vacunación de la viruela en el pueblo, concretamente de los días 26 y 29 de agosto de 1885, pero portando peores y más triste datos, ambos de la Dirección General de Beneficencia y Sanidad del Ministerio de la Gobernación sobre los partes sanitarios de los Gobernadores de las provincias españolas sobre invasiones y defunciones, son de otra pandemia, en este caso la del Cólera Morbo, la que haría la cuarta en este siglo XIX provocada por este otro funesto virus asiático.
España padecería como el resto del mundo sucesivas olas de esta letal enfermedad infecciosa. Las oleadas de esta enfermedad, diarreica aguda, transmitida como sabemos por el agua y los alimentos en mal estado, contaminados, y que puede causar la muerte en cuestión de horas, llegaron sucesivamente a la península en los años de 1833, 1855, 1865, 1885, y 1893. El cólera aún hoy es causante infecciones y muertes, endémica en muchos países con falta de agua potable. En España durante el siglo XX hubo dos brotes más, en 1971 y 1979. Los investigadores calculan que cada año hay en el mundo entre 1,3 y 4 millones de casos de cólera, y entre 21.000 y 143.000 defunciones por esta enfermedad, según la OMS.
Gaceta de Madrid nº 238 de 26 de agosto de 1885. |
Torrejoncillo del Rey no fue inmune a esta nueva epidemia, y aparece con dos defunciones en el recuento de estas publicaciones oficiales citadas de la Gaceta de Madrid, si bien la triste realidad fue lamentablemente otra, ya que sobre los 1747 habitantes censados en 1885 en el pueblo, el total de fallecidos ascendió a seis, con doce contagiados, lo que supuso una tasa de letalidad del 50% sobre los invadidos, y un 0,34% sobre la población censada en los 10 días aproximadamente que duró la epidemia, entre el 17 y 26 de agosto, como se publicó en el Resumen general y gráfico de la invasión del Cólera Morbo Asiático durante el año de 1885 editado por la citada D. G. de Beneficencia, al año siguiente.
Cifra menor si nos atenemos a datos de contagios y defunciones de otros pueblos vecinos o de la comarca de Huete, como el caso de Horcajada de la Torre o Loranca del Campo, y en la comarca de la capital –Cuenca- o de la ribera del Júcar camino a Valencia, donde se inició esta nueva pandemia, donde aumenta claramente tanto las tasas de invadidos como de defunciones. Almudena Serrano Mota, Directora del Archivo Histórico de Cuenca recientemente publicó en Twitter unos Mapas Epidemiográficos muy ilustrativos de la invasión y progresión del cólera en España, entre los meses de junio a julio de 1885. Estos bonitos y completos mapas pertenecen a un Atlas Epidemiográfico del Cólera de 1885 en España, trabajo editado dos años después y realizado por un tal Dr. Philip Hauser (1823 – 1925), médico e higienista, judío y nacido en Hungría aunque nacionalizado español, y que adjunto en este relato sobre las pandemias del siglo XIX en Torrejoncillo del Rey, junto con el de mapa de intensidad gradual del Cólera Morbo en la península por provincias, y un último mapa de la ribera del Guadiana de este magnífico atlas, donde aparece nuestro pueblo con 17 invasiones.
Guía del Estado Eclesiástico seglar y regular, de España en particular, y de toda la iglesia católica en general. 1803
Por acabar con estos datos oficiales, y volviendo al principio de este relato, decir que la pandemia del coronavirus COVID – 19, en el 42º día de confinamiento mostraba una tasa de letalidad en España del 10,2%, por hacer una comparativa con esta 4ª epidemia del cólera de 1885, donde la tasa total fue de 35,32% fallecidos en relación a los invadidos de todo el país.
Tendremos que esperar a que pase esta nueva epidemia del siglo XXI, que como vemos día a día está invadiendo el mundo, para disponer de cifras definitivas oficiales como las mostradas aquí sobre la viruela de 1803 o el cólera de 1885, o como las de la gripe española de 1918, ya en el siglo XX, reflejadas en otro artículo en el centenario de la invasión, y que ayudaran a conocer la evolución y comportamiento de la enfermedad; aunque lo apremiante ahora es el descifrar esta enfermedad causada por este virus chino, mediante la investigación, para combatirla con un tratamiento adecuado y atajarla mediante la vigilancia y el control preventivo con una ansiada nueva vacuna, como la que en su día el cura y el alcalde, a inicios del siglo XIX, introdujeron en Torrejoncillo del Rey, inoculándola a los vecinos, “todos con el mejor éxito y felicidad”. De momento, hoy toca honrar a las víctimas y rogar por la pronta recuperación de los infectados que esconden estas frías estadísticas.
Torrejoncillo del Rey (Cuenca), a 23 de abril de 2020
Carlos Cuenca Arroyo
Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Torrejoncillo del Rey
http://dbe.rah.es/biografias/7650/francisco-javier-balmis-berenguer
https://www.boe.es/buscar/gazeta.php
http://torrejoncilleros.blogspot.com/search?q=gripe
https://www.bbc.com/mundo/amp/noticias-40720048
http://palomatorrijos.blogspot.com/2015/12/torrejoncillo-del-rey-y-olmedilla-del.html
https://www.who.int/topics/cholera/es/
http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000119308&page=1
https://twitter.com/almudenasm_/status/1246723848743071746
http://dbe.rah.es/biografias/16447/felipe-hauser-y-kobler
Torrejoncillo del Rey. Su presente y su pasado. Julián Balsalobre
Buen trabajo Carlos, enhorabuena
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