Si vives en una zona de costa te habrás decepcionado más de una vez
al consultar la temperatura máxima de tu ciudad en un día caluroso de
verano porque puede quedarse hasta 10⁰C por debajo de otras ciudades de
interior (con Córdoba y Sevilla a menudo en cabeza). “Pues me daba la
sensación de que hacía mucho más calor; no me quiero imaginar lo que
deben estar pasando en el sur”, habrás pensado. Quizás no tuviste en
cuenta la sensación térmica.
Podemos hacernos una idea de qué es la sensación térmica: una manera
de medir el grado de incomodidad al que está expuesto el cuerpo por
culpa de la temperatura. Al encontrarnos ya en verano dejaremos para
otro día la sensación de frío y nos centraremos en la sensación de
calor: el heat index o, como me gusta llamarla por ser muy descriptiva, la sensación de bochorno.
Todo el mundo sabe que en zonas costeras la temperatura en verano
suele ser más baja que en zonas del interior pero el calor es muy
“pegajoso” y molesto. La humedad produce un aporte extra al agobio que
sufrimos por culpa del calor. De manera natural nuestro cuerpo se enfría
mediante la evaporación del sudor pero en un ambiente húmedo es más
difícil evaporar, el enfriamiento es menor y aumenta la sensación de
calor. La Agencia Estatal de Meteorología define el bochorno como la
sensación de calor sofocante debido a la presencia de aire cálido y
húmedo.
¿Cómo se calcula?
Lo primero a tener en cuenta es que la sensación es subjetiva y
depende de cada persona. El calor afecta de diferente manera según la
edad, peso, salud, cansancio, etc. Integrar todo eso en una ecuación que
lo exprese de manera objetiva no es fácil y por eso no existe una única
fórmula ni ninguna que se ajuste a la perfección. La más usada es la
ofrecida por la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, de
EE UU) que se basa en estudios biométricos y ciertas suposiciones:
entre otras, una persona tipo que pese 66 kg, mida 170 centímetros, vaya
andando a la sombra y vestida con manga corta y pantalón largo.
En la siguiente tabla podemos consultar la sensación térmica a una
temperatura y humedad relativa dadas. Un ejemplo: en el momento de
escribir esto, la ciudad de Bombay alcanza 30⁰C y una humedad relativa
del 80% lo que corresponde a una sensación térmica de 38⁰C (recuadro
azul). La tabla también ofrece una gama de colores que describen los
posibles efectos que pueden derivarse de la exposición prolongada a esa
sensación: fatiga, insolación y golpe de calor, entre otros.
La tabla no ofrece valores para humedades relativas inferiores al 45%
o temperaturas inferiores a 27⁰C. Se considera que por debajo de estos
umbrales no tiene sentido hablar de sensación de bochorno porque no
supone una diferencia sustancial respecto a la temperatura. Dicho de
otra forma: la incomodidad que sufre el cuerpo es similar a la de un
ambiente seco y la sensación térmica coincide con la temperatura
registrada.
¿Sensaciones térmicas de 60 grados?
Aunque los termómetros de calle suelen exagerar algo sus datos,
el 14 de mayo de 2015, el aeropuerto de Valencia alcanzó una
temperatura máxima superior a los 42⁰C. Muchísimos comentarios vertidos
aquel día hacían referencia a que, debido a la humedad que suele reinar
en la zona, la sensación térmica debió de ser monstruosa, en torno a los
60 grados.
En realidad no fue así. La humedad relativa estuvo por debajo del 20%
gran parte del día y no tenía sentido calcular la sensación térmica en
un ambiente tan seco. Es más, si quisiéramos obtenerla con esta calculadora,
veríamos un valor incluso inferior: 38⁰C. Ese día Valencia se comportó
como una ciudad interior y no como una costera por el viento seco que
soplaba desde tierra hacia el mar.
Cuando en las ciudades de costa (Valencia, Bilbao y Málaga, por
ejemplo) el viento sopla de tierra a mar (flechas negras) las
condiciones son parecidas a las de una ciudad interior (como Córdoba).
Eso provoca que la temperatura sea muy alta (curvas rojas) pero que la
sensación térmica no sea mayor porque la humedad relativa es muy baja
(curva verde).
¿Por qué es así? Para explicarlo de una manera sencilla, diremos que
parte de la energía recibida es absorbida por el vapor de agua. Si el
ambiente es muy húmedo quedará poca energía restante para subir la
temperatura. Por eso en ambientes secos las máximas pueden ser muy
altas. Y por esa misma razón no es fácil que la costa mediterránea
rebase 32, 34 grados o más con humedades superiores al 45-50%. Dicho de
otra manera, la mayoría de las veces las sensaciones térmicas en el
Mediterráneo apenas suponen tres o cuatro grados más de lo que mide el
termómetro aunque a priori nos parezca que ocurra lo contrario y
tendamos a exagerar usando cierto sensacionalismo térmico.
Por eso tenemos que tener cuidado cuando hablamos de sensación
térmica, porque la mayoría de las veces no la empleamos de manera
correcta. No siempre se está mal en Valencia a 29 grados y no siempre se
está bien en Córdoba a 29 grados. Lo que ocurre es que la mayoría de
las veces los 29 valencianos los alcanzamos a mediodía cuando el sol
pica más y fisiológica y psicológicamente se perciben como un agobio.
Mientras que los 29 cordobeses los alcanzamos cuando entra la noche,
después de haber superado los 40 y se perciben como un alivio.
En resumen, la sensación térmica en ciudades mediterráneas se mueve
en torno a los 34-38⁰C y las temperaturas en ciudades del interior en
torno a 38-42⁰C. Siguen ganando estas últimas aunque a veces sea por muy
poco.
Fuente: https://verne.elpais.com/
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