La Diputación de Cuenca recepciona las obras de las minas de lapis specularis • El interior de la cueva de "La Mora encantada" tiene galerías para practicar turismo arqueológico y de aventura
El patrimonio natural e histórico de la provincia de Cuenca cuenta
desde ayer con un recurso turístico más, gracias a la rehabilitación y
consolidación de varias minas de lapis specularis o espejuelo. Cuenca
dispone ya de otro bien adicional, en torno al mundo romano, que se
añadirá al amplio patrimonio que ya atesora. Un patrimonio oculto que, a
través del Plan de Mejora de las Infraestructuras Turísticas (Plamit)
de la Diputación Provincial, permitirá no sólo que los conquenses
conozcan el rico entorno que les rodea, sino que, además, sea un reclamo
para la llegada de visitantes y turistas, se genere riqueza y economía y
se frene el grave problema de la despoblación.
La recepción de las obras no es más que un peldaño en esta apuesta decidida de la institución provincial por el desarrollo patrimonial, como una futura fuente de ingresos a la que habrá que seguir prestando atención.
Benjamín Prieto, presidente de la Diputación Provincial de Cuenca,
recepcionó ayer las mejoras realizadas en la cueva de ‘La Mora
Encantada’, de Torrejoncillo del Rey, que será accesible al público en
un corto periodo de tiempo, y las actuaciones de consolidación de las
‘Cuevas del Sanabrio’, en Saceda del Río, y ‘Elpozolacueva’, de
Torralba. Prieto, acompañado del equipo que ha desarrollado el proyecto,
que encabezan los arqueólogos Juan Carlos Guisado y María José
Bernárdez, agradeció la ardua labor que se ha desarrollado para
«recuperar y poner en valor este patrimonio».
El presidente provincial, que estuvo acompañado durante sus visitas por
los alcaldes de Torrejoncillo del Rey, Mariano Briones; el alcalde de
Huete, Fernando Romero; y el alcalde de Torralba, Ismael Caracena;
ofreció los recursos de la Diputación a los ayuntamientos, con el fin de
gestionar las cuevas y coordinar las acciones de forma compartida «para
que todo el patrimonio se optimice y se rentabilice», dijo, y añadió
que, «queremos que este patrimonio oculto salga a la luz y resplandezca,
como lo hicieron los cristales de Hispania por todo el Imperio romano».
Son ya muchos los ciudadanos que se han interesado en visitar la Cueva
de ‘La Mora Encantada’, desveló Prieto, que añadió que «la mina tiene
mucho más. Hay galerías que están dispuestas para otro tipo de turismo,
arqueológico y de aventura».
Asimismo, el presidente de la Diputación destacó la inversión
realizada, 150.000 euros, para que la mina de Torrejoncillo «sea un
recurso más, apoyado en ese legado patrimonial que hemos tenido los
conquenses, afortunadamente». En este punto, recordó el parque
arqueológico de Segóbriga, como eje de referencia y la puerta de entrada
a otros destinos.
En las profundidades.
El Plamit ha permitido recuperar y hacer visitable la cueva de
Torrejoncillo del Rey, situada a medio kilómetro escaso de la localidad.
A través de un camino, que también se rehabilitará próximamente, se
llega al paraje donde está situada esta mina que fue descubierta por un
vecino del pueblo, Pedro Morales, allá por los años 50.
Las escaleras dan acceso a una sala o vestíbulo, con espacio para más
de una veintena de personas, desde donde se accede al interior de la
cueva. Las empinadas escaleras sumergen al visitante hasta la
profundidad de la caverna, un espacio de múltiples galerías por el que
el visitante de cualquier edad, provisto de un casco de seguridad, eso
sí, podrá recorrer, detenerse y contemplar los cristales formados a
través de los siglos.
La actuación ha permitido instalar un entramado de luces,
estratégicamente colocadas, que muestran las hendiduras que los romanos
hicieron con sus herramientas rudimentarias hace casi dos milenios, para
sacar los bloques que transportaban hacía las principales villas del
Imperio. Marcas que parecen haber sido hechas recientemente, aunque
transportan al visitante hasta el siglo primero, cuando la Cuenca romana
surtía de espejuelo a todo el Imperio de Roma.
Un trayecto escalonado de aproximadamente 100 metros escenifica
claramente lo que tuvieron que trabajar nuestros antepasados. Además, la
mina esconde otras galerías más profundas aptas únicamente para un
turismo de aventura y espeleología más especializado.
Fuente: http://www.latribunadeciudadreal.es
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