miércoles, 13 de noviembre de 2013

DECÁLOGO ÉTICO PARA LA VISITA Y CONSERVACIÓN DE LOS ÁRBOLES Y BOSQUES MONUMENTALES SILVESTRES

Dado que hemos tenido desde siempre un mal comportamiento con los árboles de nuestro entorno, quien no se acuerda de muchas plazas en nuestro pueblo donde había magníficos arboles y ahora han desaparecido por las enfermedades o la desidia de todos, no queremos solamente ser críticos con nuestro actos, sino hacer germinar en nosotros la idea de que los arboles son patrimonio nuestro que debemos salvaguardar y no simplemente talar o destruir las pocas zonas que hay en nuestro pueblo verdes.

Al margen de los árboles monumentales en plazas, parques e iglesias, en cercanías de los pueblos y lugares más o menos humanizados, cuya visita es aconsejable (siempre que se respete escrupulosamente el entorno) y tiene un extraordinario sentido didáctico; los árboles y bosques monumentales silvestres deberían -en nuestra opinión- salvaguardarse con las precauciones que concretamos en este decálogo.

  1. Todo árbol o bosque monumental que ha sobrepasado cierta edad, por la simple protección del olvido, el desconocimiento, la inaccesibilidad o el respeto, debería tener una consideración legal, pero antes de nada, ética, que sirviera para garantizar de forma efectiva su protección.
  2. La divulgación y publicación de la localización de árboles y bosques monumentales silvestres, puede hacerlos vulnerables y los deja indefensos frente a visitas mas o menos masivas y planes irresponsables de desarrollo turístico que “venden” este nuevo producto sin preocuparse de analizar convenientemente el estado del patrimonio y de su entorno y el grado de afectación al que se le somete. Se recomienda especialmente no publicitar localizaciones GPS, itinerarios o situaciones demasiado exactas.
  3. Cuando, a efectos de la declaración bajo una figura de protección determinada, o por cualquier otro motivo se produzca la divulgación de la situación exacta de estos árboles, deberán establecerse previamente las condiciones oportunas y si no ha sido así, convendría acentuar de forma inmediata la vigilancia y restringir -si fuera necesario- el número de visitas al ejemplar y su entorno como forma de minimizar en lo posible los efectos que pudiera acarrear el aumento de la presión.
  4.  En ningún caso empresas privadas con fines comerciales u organizaciones de cualquier tipo, deberían publicitar y “vender” este patrimonio al margen de una estricta regulación que sería imprescindible para conservar este legado. Tampoco deberían favorecerse ni anunciarse las visitas en grupo.
  5. Pese a la apariencia de seres invulnerables e irreductibles que puedan tener estos árboles y bosques, pueden resultar extraordinariamente frágiles y sensibles a los cambios repentinos en su entorno, a las agresiones a su sistema radicular e incluso a las visitas que de pronto trepan, pisan constantemente las raíces del cuello, y causan daños graves por descortezamiento, apelmazamiento del terreno, actos vandálicos…
  6. Es importante, si se asume la responsabilidad de acercarse a conocer estos árboles o bosques, hacerlo con personas de confianza y en número reducido.
  7. En cualquier caso, las visitas a estos lugares deberían hacerse caminando y evitando el acercamiento en vehículos motorizados que distorsionan el entorno y banalizan la propia percepción del valor de estos árboles y ecosistemas.
  8. La construcción y adecuación de senderos o pistas de acceso, incluso bajo el lema del “ecoturismo”, puede acarrear a corto o medio plazo, la pérdida o deterioro del patrimonio que se pretende explotar y altera drásticamente la estética y el equilibrio del ecosistema.
  9. Debería prohibirse expresamente la recolección de material vegetal y cualquier cosa u objeto del árbol y del entorno, incluida tierra, madera caída o la materia orgánica del interior de los troncos en descomposición. Es de difícil justificación la perforación de estos árboles con barrena “pressler”, usadas para determinar la edad del árbol. Asimismo es una irresponsabilidad y falta de la más básica educación, el marcar la corteza o ensuciar el entorno.
  10. La regla de oro en todo caso ha de ser no dejar huella. Estos lugares y sus inmediaciones, idealmente, tendrían que encontrarse libres de señales, marcas o carteles que desvirtúan el paisaje y resultan de dudoso gusto.

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