Si las puertas de la percepción estuvieran purificadas todas las cosas se le habrían mostrado al hombre como son, infinitas. Pero el hombre se encerró a sí mismo, hasta el punto de ver todas las cosas a través de las estrechas grietas de su caverna.” William Blake.
“Este ungüento con que las brujas nos untamos es compuesto de jugos de hierbas en todo extremo fríos, y no es, como dice el vulgo, hecho con la sangre de los niños que ahogamos” El coloquio de los perros de Miguel de Cervantes.
El historiador Arthur Steele nos cuenta la experiencia que Ruiz y Pavón, dos jóvenes botánicos españoles, tuvieron con el estramonio en Huánuco (Perú) hacia el último cuarto del siglo XVIII. “Les impresionaba mucho la profusión de flores de Huánuco, pero les preocupaba mucho una planta que cubría prácticamente las plazas y calles. Era Datura stramonium L., o chamico, llamada en español estramonio. Los indios utilizaban sus semillas para drogarse, y los problemas comenzaron cuando un muchacho de diez años puso algunas semillas en un pan y se lo dio de comer a otro niño. La víctima se enajenó por completo. Sus padres recurrieron a Dombey para que le administrase algún remedio, pero nada servía. El niño había sido “vivo, agudo, travieso y alegre”, pero, según Ruiz, “jamás adquirió de nuevo aquellas propiedades”. El corregidor mandó arrancar y quemar las plantas, pero Ruiz observó cuando regresó a Huánuco que se desarrollaban con el mismo vigor que antes. La planta germina fácilmente, y además los nativos usaban las hojas y las semillas, convertidas en pulpa, como remedio para las hemorroides, y algunos bebían una infusión de las hojas para corregir “el ardor de la orina y escoriaciones procedidas de purgaciones acres”. La mezcla de la purga con vinagre, aplicada al espinazo o al riñón, se consideraba buen remedio de la gota y de la hernia. La gente al parecer no quería deshacerse de la planta.” (1).
Por aquel entonces el estramonio ya había sido introducido en Europa desde América por los españoles. Lo trajeron no por sus propiedades, sino por su vistosidad. Era un vegetal muy hermoso para jardines. Otros usos que de él se hicieran eran responsabilidad de cada cual.
El estramonio es actualmente una especie silvestre más de nuestra flora. Su frecuencia y visibilidad facilitan que algunos se arriesguen a consumirlo como droga barata y sin riesgos legales. Quizás en América los indígenas controlasen su uso y las dosis adecuadas, pero en Europa, sin conocimientos previos, su consumo era una ruleta rusa. El estramonio no busca a nadie y es muy difícil sufrir una intoxicación accidental. Sin embargo, hay quien lo busca a él y quien lo busca ¡lo encuentra!
En América Latina uno de sus nombres populares es “vuelveteloco”. Asociado al chamanismo junto con otras hierbas, setas y cactus alucinógenos se podría considerar una de las “puertas de la percepción” de las que hablaba William Blake, término que recogió Aldous Huxley para tratar sus experiencias con la mescalina (2). A veces, las “puertas de la percepción” son sin regreso. En Collado Villalba durante las fiestas de la población de 1995 dos jóvenes entraron en coma tras ingerir una infusión de sus frutos. En Getafe otros dos murieron en agosto de 2011 por un brebaje elaborado con estramonio.
A partir de estas evitables desgracias se promovieron por parte de algunos ayuntamientos campañas para erradicar esta planta tan querenciosa de suelos suburbanos.
La burundanga, según el diccionario de la RAE, es en Colombia cualquier “Sustancia soporífera que se le administra a una persona para robarle”. Desde allí se ha extendido dicho término y se ha hecho muy popular como sinónimo del estramonio.
Es una hierba magnífica y exuberante, con la envergadura y empaque de una planta tropical. Nace cada año de semilla y, tras florecer y fructificar, muere. Si las condiciones para germinar no son favorables en primavera, las semillas pueden esperar años y años bajo tierra hasta que lo sean. Es, por tanto, un vegetal tierno, no leñoso. Tallos rollizos y carnosos, grandes hojas, espectaculares flores, perturbadores frutos. Hierba gigante y terrible. Hermosa y maléfica. A veces prolifera como si la hubieran sembrado. Quien la ve por vez primera, ya no la olvida. Podrás desconocer su nombre, pero la imagen de imponente porte, de flores blancas como espléndidas trompetas y de frutos de ánfora espinosa, la mantendrás viva en el recuerdo y cuando vuelvas a verla la reconocerás sin ninguna duda.
Muchos de los nombres que recibe están asociados al mal o al demonio. Trompeta del diablo, berenjena del diablo, higuera del infierno.
La variedad tatula, tan frecuente en Cuenca, muestra en sus tallos verdes y en sus flores blancas preciosos tonos violáceos. Tallos aterciopelados en su juventud que se vuelven de bronce cárdeno y satinado, a veces con pelos escasos o una ligera pátina de cera.
Las enormes flores tienen los pétalos unidos en una sola pieza, como un embudo fruncido en cinco pliegues puntiagudos y en torsión. Nacen de una en una en cada ramificación del tallo. Un cáliz largo, como un tubo verde de cinco puntas, envuelve y protege la base de la corola. Cuando la flor fecundada se marchita, este cáliz se acorta y se endurece transformándose en un collarín a modo de gorguera en la base del fruto. Los cinco estambres se ensanchan en su mitad inferior para adherirse a la parte interior de la corola y, en su extremo, sostienen sendas anteras alargadas y planas. El ovario es una cúpula erizada de blandas púas desde cuyo remate se eleva un larguísimo tubillo. Por dentro de este conducto, fino como un bramante y tieso como una columna, baja deslizándose el polen que ha de fecundar la flor (3). Es todo en ella de tal magnitud que no necesitamos lupa, ni siquiera buena vista, para observar sus partes con todo detalle. Una flor pedagógica, ideal para introducir a los niños en el estudio de la botánica.
Frutos como los erizos de las castañas. O como huevos surrealistas de algún reptil fantástico, agresivo y pinchudo. Con espinas tiernas que se endurecen según maduran y secan. Al secarse, se abren en cuatro ventanillas o valvas simétricas y muestran un interior repleto de simientes grandes y negras.
No hay que buscarlo lejos, ni en rincones ocultos. Se manifiesta claramente, bien visible en los campos nitrogenados, alrededor de nuestros pueblos y ciudades, de granjas y en campos de cultivo con suelos frescos y sustanciosos, barbechos y yermos de huertas abandonadas y vegas. Donde lo veas un año, es muy probable que lo vuelvas a ver al siguiente.
Causa asombro la celeridad con la que crece un vegetal de su tamaño. Con su impresionante presencia, no nos puede extrañar que esta especie tenga poderes. Además, le vienen de familia. Entre las solanáceas podemos hallar las especies más buscadas por brujas y hechiceras de siglos pasados. Antes de que llegara el estramonio, las celestinas de por aquí ya manejaban beleños blancos y negros (Hyoscyamus albus y niger), habituales en la ciudad de Cuenca, la escasa belladona (Atropa belladona) de la Alta Serranía, los tomatillos del diablo (Solanum nigrum) y su congénere la dulcamara (Solanum dulcamara) tan frecuentes en las vegas del Júcar y Huécar.
Cuando los españoles vieron a los indios americanos fumar tabaco (Nicotiana tabacum), otra solanácea, también lo asociaron al demonio. Quién les iba a decir que, años después, hasta el mismo papa de Roma fumaría en público gruesos puros, recomendando, además, su consumo. Y es que la propia Iglesia obtuvo pronto sus buenas ganancias de los cultivos y negocios tabaqueros.
Pio Font Quer hace una comparación fascinante entre las familias botánicas de las labiadas y las solanáceas (4). Señala, con su ingenio y amenidad habitual, que entre las labiadas no hay ni una sola especie tóxica. Sin embargo, entre las solanáceas no hay ni una que no lo sea en mayor o menor grado. Incluso las pocas especies comestibles como los deliciosos tomates y las socorridas patatas se comen con ciertas condiciones, porque el verde de unos y otras también es tóxico. “La capa verdecida de los tubérculos de la patata es venenosa, así como las hojas y sobre todo las flores. La rama de los tomates, con su tacto áspero, mancha y huele a solanácea; las hojas son un fuerte abrasivo y limpian mejor que la lejía las cazuelas más quemadas” (5). De los pimientos hay que evitar las semillas y las berenjenas se suelen echar a remojo para quitarles el amargor.
Las labiadas (tomillos, mentas, romero, morquera, espliego…) fabrican esencias que curan y nos perfuman. ¡El maravilloso aroma del espliego y del romero de nuestros cerros, secos y pedregosos, de las mentas de nuestros ríos y humedales! Las solanáceas, por el contrario, sintetizan alcaloides, sustancias peligrosas que hay que saber manejar.
Todas las solanáceas comestibles, menos la berenjena, vinieron de América. La berenjena, procedente de India y China, la introdujeron los árabes en la península y de aquí pasó a Europa y más tarde al Nuevo Continente.
La constelación del Serpentario, visible por el cielo del sur sobre todo en verano, representa a Esculapio, dios latino de la medicina, el más sabio de todos en cuanto a plantas medicinales. Esculapio sostiene en sus brazos una serpiente partida en dos. Esta dualidad viene a representar el bien y el mal, intrínsecos a la propia medicina, que cura y que también puede matar, como la serpiente. Del veneno mortal se obtiene el antídoto o contraveneno que te salva. El estramonio es la serpiente de nuestras plantas. Podría ser el símbolo vegetal de la medicina. Pues realmente de él, que es venenoso y mata, se obtienen medicamentos.
Esta especie, según la Flora Ibérica del CSIC, se encuentra “Inscrita en la Farmacopea”. Y prosigue: “El estramonio posee acción parasimpaticolítica y antiespasmódica. Se utiliza en forma de tintura y extractos. Al ser una planta tóxica, su ingestión provoca los síntomas del “delirio atropínico” (debido a los 2/3 de hiosciamina-atropina que contiene), que se manifiesta en excitación, angustia, desorientación, alucinaciones, insomnio, gritos, etc., pero la cantidad de escopolamina que contiene (1/3) atenúa las manifestaciones exageradas del mismo” (6).
Hay quien la estima apta para curar afecciones del corazón, incluso para paliar los daños del Parkinson. En algunos lugares la llamaban “la hierba del asma”, pues esta dolencia era combatida con cigarrillos elaborados con sus hojas.
El estramonio desprende un olor recio, no muy agradable. Seguramente de ahí le viene el mote de “espantarratones”. Fajardo y otros datan en Cañizares, Villaconejos de Trabaque y Priego su aplicación para ahuyentar a los roedores, cuando se guardaba el grano en las trojes de nuestras casas (7). El apelativo de “matatopos” con el que también se le conoce es más metafórico que real, pues los topos, como los ratones, son más listos que los atrevidos humanos que lo ingieren a lo tonto.
(1) “FLORES PARA EL REY. La expedición de Ruiz y Pavón y la Flora del Perú (1777-1788)”, p 105, por Arthur Steele, historiador norteamericano especializado en América Latina. Hipólito Ruiz López (1754-1816) y José Antonio Pavón y Jiménez (1754-1840), jóvenes botánicos y boticarios, partieron del puerto de Cádiz en noviembre de 1777 hacia el Virreinato del Perú en una expedición botánica al servicio del Rey Carlos III, acompañados de dos dibujantes, Joseph Brunete (1746-1787) e Isidro Gálvez (1754-1829). Durante más de diez años estudiaron la flora de los desiertos, montañas y bosques tropicales de parte de los actuales Perú y Chile. Fue con ellos el médico y naturalista francés Joseph Dombey (1742-1794). Por diferencias con Ruiz, Dombey se separó a los seis años.
(2) El poeta y pintor inglés William Blake (1757-1827) consideraba el uso de las drogas como método para entrar en estado más sublimes de la consciencia. Uno de sus versos en “El matrimonio del cielo y del infierno” (1794) (“Si se limpiaran las puertas de la percepción, todo se le aparecería al hombre tal como es: infinito”), fue un emblema para muchos, entre ellos el novelista Aldous Houxley que escribió en 1954 un ensayo titulado “Las puertas de la percepción” donde analiza sus experiencias con la mescalina, un alcaloide extraido del peyote (Lophophora williamsii), cactus endémico de Méjico. Este libro a su vez dio nombre al grupo musical de Jim Morrison, “The Doors”, “Las Puertas”.
(3) El órgano femenino de la flor (gineceo) en el estramonio es un pistilo. El pistilo se compone de ovario, estilo y estigma. El ovario se convertirá, tras la fecundación por el polen masculino, en fruto. El estilo es el tubillo o columna hueca que comunica el ovario con el estigma. Se llama estigma al extremo dilatado y adherente del estilo idóneo para atrapar el polen traido por los insectos polinizadores desde otras flores. Desde el estigma hasta el ovario bajan los granos de polen por dentro del estilo. El órgano masculino (androceo) consiste en el estramonio en cinco estambres compuestos de anteras, saquetes productores de polen, y de sendos filamentos que las sostienen. La flor del estramonio es hermafrodita. Contiene, por tanto, dentro de la misma flor ambos sexos. Para evitar la autofecundación no maduran al mismo tiempo, así que necesitan el polen de otros ejemplares.
(4) Botánica pintoresca de Pio Font Quer.
(5) Supervivencia en la Naturaleza. Lorenzo Mediano y Carlos Donoso, INTEGRAL. Monográfico. 2ª edición. Barcelona 1985.
(6) Flora Ibérica del CSIC. Vol. XI.
(7) Etnobotánica de la Serranía de Cuenca. Las plantas y el hombre. José Fajardo, Alonso Verde, Diego Rivera y Concepción Obón. Dip. Prov. Cuenca, 2008.
BIBLIOGRAFÍA:
-Flores para el Rey. La expedición de Ruiz y Pavón y la Flora del Perú (1777-1788) por Arthur R. Steele. Ediciones del Serbal. Barcelona, 1982.
-Flora Ibérica. Plantas vasculares de la Península Ibérica e Islas Baleares. Vol. XI. Real Jardín Botánico, CSIC. Madrid, 2012.
–Botánica pintoresca. Pio Font Quer. Ediciones Península, Barcelona, 2003.
–Revista Quercus nº 123, Mayo 1996.
–Etnobotánica de la Serranía de Cuenca. Las plantas y el hombre. José Fajardo, Alonso Verde, Diego Rivera y Concepción Obón. Dip. Prov. Cuenca. 2008.
–Supervivencia en la naturaleza. Lorenzo Mediano y Carlos Donoso. Integral. Barcelona. 1985.
–El Matrimonio del cielo y del infierno y Cantos de Inocencia y de experiencia. Willam Blake. Edición bilingüe. Visor Madrid, 1979.
–Las puertas de la percepción y Cielo e infierno. Aldous Huxley. Editora y Distribuidora Hispano Americana S.A.. Barcelona, 2002.
–Novelas ejemplares. Miguel de Cervantes. Bruguera Libro Clásico. Barcelona, 1980.
–Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Expañola. https://dle.rae.es/
-Flora Peruviana et Chilensis, sive descriptiones et icones plantarum peruvianarum et chilensium, secundum systema linnaeanum digestae cum characteribus plurium generum evulgatorum reformatis auctoribus Hippolyto Ruiz et Josepho Pavón. Reg. Acad. Medic. Matrit. Socies. Superiorum permissu. Typis Gabrielis de Sancha. Anno MDCCXCVIII. 1798. Biblioteca Digital del Real Jardín Botánico del CSIC. Madrid.
Amante de la naturaleza. Agente medioambiental de la CH Júcar
Fuente: losojos.es
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