miércoles, 3 de julio de 2024

Huerta de la Obispalía. Ermita de San Mamés. Siglo XVI

 
"Las piedras han de ser talladas en la cantera y llevadas por el concejo a pie de obra junto con la cal, arena, agua y el resto de los materiales. El paño del mediodía ha de ser de sillería con una portada con arco de medio punto enmarcada con basas, columnas, capiteles y entablamento por donde saldrá la procesión de la Santa Vera Cruz el Jueves Santo, y una o dos ventanas rasgadas para la luz. La cabecera con bóveda de medio punto se continuará en sillería, como el paño que da a la villa que ha de seguir como va, una puerta con arco de medio punto y dos ventanas a sus lados a distinta altura. Las paredes medirán veinte pies de alto, una cornisa rematando todo el perímetro y la espadaña con su campana".
 
 
La comenzó a edificar sobre otra anterior, el maestro cantero Pedro de Urriaga que comenzó la obra hacia 1592 pero murió sin finalizarla. A los pocos días, el mayordomo, cabildo y cofrades de la ermita quitaron la edificación a su vida María López, que quería acabarla. El 13 de agosto de 1594 comenzó el pleito entre estos y la viuda. El 17 de octubre del mismo año, el provisor general del obispado ordenó la tasación de la obra realizada por Pedro para que fuera abonado a la viuda.
 
 
En 1740 se restauró la techumbre con fondos de la Capellanía de las Ánimas Benditas y, tras la denuncia de algún vecino, el Tribunal del Santo Oficio obligó a desmontar las vigas de nogal que habían utilizado y las dejó en depósito a Juan López Solano. Como resultado de las investigaciones el párroco, don Grabiel Millán de Molina, ingresó en la cárcel de la Corona de donde salió el 15 de noviembre de 1746.
 




 

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