miércoles, 13 de marzo de 2024

Vida cotidiana en un poblado de la Edad del Hierro. Cerro de los Encaños, Villar del Horno (Cuenca).

Hoy os dejamos este magnífico trabajo de un asentamiento que hay en nuestra pedanía de Villar del Horno y que es una pena que no tenga más repercusión y actividad turística. Al final os pondremos los enlaces para los que deseen leer el artículo completo, que sin duda os hará mirar la Historia de los antiguos pobladores de nuestra zona.



Cerro de los Encaños, Villar del Horno (Cuenca)
Adriano Gómez ruíz


El presente trabajo es el resultado del estudio, exploración y elevación del plano de un Conjunto Ibérico entre los  siglos VII y III a. C. asentado en el curso alto del río Cigüela, afluente del río Guadiana.
 

Los habitantes de la zona renunciaron a las ventajas que ofrecen una gran concentración humana (como las cercanas ciudades de Segóbriga, Valeria o Ercávica) para extenderse a lo largo del valle.
El sitio arqueológico es una colina exenta en el centro del valle, de 20 metros de altura en el momento y con algo más de una hectárea.
La excavación proporcionó dos momentos de ocupación, Villar I, es un pueblo de la primera Edad del Hierro, con alfarería hecha a mano de la tradición de la Edad del Bronce, y Villar II, perteneciente a la segunda Edad del Hierro.

 

introducción
Expondremos en estas líneas cómo podría haber sido la vida cotidiana en un pequeño poblado entre
los siglos VI y IV a.C Para ello nos basaremos en las campañas de excavaciones desarrolladas en el yacimiento llamado Cerro de los Encaños y, sobre todo, en el material arqueológico proporcionado por dichas excavaciones y la interpretación que damos a ese material.



El Cerro de los Encaños, en Villar del Horno (Cuenca), se halla situado en el valle del curso alto
del río Cigüela. Es un yacimiento arqueológico con singulares características para el estudio de la Edad
del Hierro en la provincia de Cuenca. Su peculiar orografía, su situación geográfica y su definitivo
abandono sin que otras poblaciones lo ocuparan en intensidad, nos ofrecen ahora un lugar idóneo para
el análisis de una oscura época dentro de la Protohistoria peninsular.
Ubicado sobre un cerro testigo, un pequeño promontorio exento en el centro del valle, de unos
20 metros de altura en la actualidad y con una extensión habitable de poco más de media hectárea, es
indudable que los primeros pobladores eligieron el lugar óptimo para desarrollar una actividad agropecuaria en el valle y cobijarse en el montículo ante cualquier manifestación hostil foránea (Ortega y del Valle, 2004).


Sus características geográficas nos hablan de una pequeña población estable que explota el amplio y
fértil valle, interrelacionada con pequeños grupos próximos y afines y que, en común, organizan la
defensa de la zona en momentos de peligro (Valiente Cánovas, 1982). Ocupa el lugar más apropiado para dominar la entrada de una amplia zona cultivable, atisbar un posible peligro con la suficiente antelación para la defensa o avistar caravanas de gentes foráneas con quienes intercambiar la materia prima por objetos y utensilios de “lujo” y vasijas decoradas fabricadas a torno (Valiente Cánovas,1981).
La vida cotidiana en unos momentos de gran inestabilidad fue posible gracias a la defensa organizada de pequeños pero numerosos poblados que, dominando extensas zonas desde su altitud, podían
comunicarse entre sí y preparar con suficiente antelación el ataque o la defensa (Gómez Ruiz, 1999,
83-87).


El inconveniente del reducido espacio habitable del Cerro de los Encaños quedó salvado por la estructura social, ya que estas gentes no tendieron a una gran concentración humana en la zona, sino
por el contrario, a diseminarse en pequeños poblados situados en estratégicos montículos, fuertemente defendidos, en el valle del Cigüela y en los rebordes circundantes (Ruiz y Álvarez, 2015).
Las excavaciones realizadas en el cerro han puesto al descubierto dos momentos ocupacionales:
Villar I es un poblado de la Primera Edad del Hierro, con cerámica a mano de tradición del Bronce, tanto lisa como decorada. Algún que otro fragmento de cerámica pintada con rombos rojo oscuro, tipo
hallsttático, nos identifica a estas gentes (o por lo menos se relacionan) con el mundo centroeuropeo
tras su penetración pirenaica y su expansión por el valle del Ebro. Esta cerámica pintada comienza
a ser relativamente abundante en la provincia de Cuenca...

El resto del extenso artículo está para descarga en el siguiente enlace: .researchgate.net 

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