¿Cuándo se torció la Mancha?
Es decir, cuando dejó de ser una sociedad de frontera. La respuesta es tan fácil como errónea. Pensar que la conquista de Andalucía acabó en despoblación de un suelo de Alarcón deshabitado por la emigración a nuevas tierras. Es pensar en poderes nobiliarios, señores y estados como el marquesado de Villena. Es dar un salto al siglo XVII y sus casas blasonadas y llegar al presente reciente con sociedades muy desiguales todavía recordadas. Esa Mancha tan diferente a la Alcarria y tan semejante en sus misas y procesiones marianas, pudo parecerse más a su vecina y tomó un rumbo diferente.
Si hay un siglo tan exaltado desde la historia panegirista ese es el siglo XVI, sin embargo, es el más desconocido. La Historia de la provincia de Cuenca se olvida de él. No hay libro que se titule "Auge y crisis de una ciudad (o su tierra) castellana". La ciudad porque no le interesa mirarse al espejo de su decadencia presente y la búsqueda de respuestas en el pasado. La Tierra, es decir, las sociedades campesinas de la provincia, desprecia un pasado campesino, mal visto por los nuevos "déspotas ilustrados del pensamiento", que nos rodean. En la Mancha es peor, entre un mundo de marqueses y curas, se olvida todo. Parece como si, aparte de las fortalezas, de Alarcón, Belmonte o Castillo no hubiera nada, más allá de la romería anual.
No se quiere saber, no se indaga nada. Está en boga un discurso anticlerical, en un extremo, y de beaterio, en el otro, a gusto con un "guerracivilismo" de salón. Pero no pidas que el ilustrado se retrotraiga a tiempos pasados para explicar ese pasado. Esa Historia no gusta, porque es la de los fracasos y sueños malogrados y en este mundo no interesan los fracasados, más cuando esa condición se atribuye a los que no tienen nombre en la Historia.
Se habla de hombres y mujeres, pero en los libros no aparece el nombre de aquellos que abundan en el pasado. Se buscan figuras egregias, cuando son solo la punta del iceberg de lo que no se ve. Por citar, qué sería de Santa Teresa de Jesús en estas tierras, sin una Catalina de Cardona y qué sería de esta anacoreta sin esa mujer ruda que fue la Melchora. Que, ¿quién es la Melchora, qué más da?, si, al fin y al cabo, hombres notorios como Hernando del Castillo o Juan López Rosillo, permanecen en el olvido. ¿Y de aquellos hombres que soñaron con la libertad de la tierra y levantaron los pueblos tal como los conocemos en el Quinientos? Claro, que menos sabemos de las sociedades que levantaron
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