Hoy, 19 de julio de 2022, es un día muy triste. O mejor dicho, un día para el enfado y la indignación.
A partir de esta tarde, Cuenca será la primera provincia del Estado (con permiso de las islas) desprovista de ferrocarril convencional.
Por increíble que parezca, la línea que une de forma más directa la primera y la tercera ciudades del país (Madrid y Valencia), lo que además es el recorrido más corto para el transporte de mercancías entre el centro peninsular y el puerto marítimo más próximo, quedará sin servicio.
Una línea de gran atractivo turístico, que incluso llenó un tren de turistas británicos hace pocos años, y que, si no hubiera estado totalmente abandonada, ofrecería una alternativa económica y razonablemente rápida frente al AVE y al transporte por carretera entre Madrid, Cuenca y Valencia.
Una línea que, al contrario que el AVE, daba un servicio público a la España vaciada, y que, con unas inversiones muy moderadas (y que la Unión Europea concede gustosamente) ayudaría al desarrollo industrial de esta zona olvidada y cada vez más despoblada.
Una línea que, además de cohesionar internamente la provincia de Cuenca, ofrecía servicios interprovinciales al unir municipios como Buñol, Requena, Utiel, Huete, Tarancón, Noblejas, Ocaña o Aranjuez, siendo ésta enlace a otros puntos de Castilla-La Mancha.
Pero sí. A partir de mañana sólo quedará en servicio una única estación en toda la provincia de Cuenca: la que el injusto e insostenible AVE tiene a 6 km de la capital. Una opción incómoda, cara e inútil para quienes utilizábamos el tren convencional.
El tren que ahora nos quitan, que tardaba lo indecible por el pésimo estado de las vías, va a ser sustituido por incómodos autobuses que tardan mucho más y que cualquier día se suprimirán también. Y que no permiten transportar mascotas ni bicicletas.
Este despropósito, esta muestra de insensibilidad, esta estrechez de miras en plena crisis energética y ecológica, y este desprecio a los esfuerzos de nuestros antepasados, que tardaron muchos años en completar el bonito tramo Cuenca-Utiel, ha sido urdido desde la total opacidad y sustentado en datos falsos y sin rigor técnico.
Nuevamente, los intereses y los chanchullos de unas pocas aves de rapiña han podido más que los argumentos y las voces de la ciudadanía, y de un sinfín de asociaciones de toda índole y todo color político, incluidos ayuntamientos, grupos ecologistas y portavoces de la España vaciada.
Unas cuantas mentes ruines decidieron el año pasado que los modestos desperfectos que el temporal Filomena había causado en una sección de la ya maltrecha línea eran el pretexto perfecto para cerrarla entera. Y por sus santas narices lo han hecho.
Qué intereses no tendrán para poner en su contra a toda la provincia de Cuenca y para no dignarse siquiera a escuchar contrapropuestas mucho más rigurosas, ni a esperar a que se resuelvan las múltiples alegaciones que hay en curso. Y es que el asunto ha llegado incluso al Parlamento Europeo.
Tal ansia había por consumar el crimen ferroviario de Cuenca, que era necesario publicar el anuncio definitivo del cese del servicio casi de un día para otro, y en plenas vacaciones de verano.
Con todo, quienes nos hemos manifestado en múltiples ocasiones contra esta aberración seguiremos haciéndolo, porque creemos que no es un adiós, sino un hasta luego.
Por lo pronto, está en curso una iniciativa para declarar la línea Bien de Interés Cultural, lo que evitaría que le pongan las manos encima los buitres interesados en levantarla para especular con su terreno.
En fin, gracias y hasta pronto, trenecito de Cuenca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario