Emilio La Parra (Palomares del Campo, Cuenca, 1949) ha sido galardonado con el premio Comillas de historia, biografía y memorias por su obra «Fernando VII. Un rey deseado y detestado», que será publicada por la editorial Tusquets el próximo mes de marzo.
El jurado (presidido por José Álvarez Junco y formado por Miguel Ángel Aguilar, Francesc de Carreras, José María Ridao y Josep Maria Ventosa) ha destacado en un comunicado el «enorme» conocimiento sobre el personaje y «la valiosa y múltiple documentación aportada» en el libro.
Además, ha considerado que «arroja nueva luz sobre las complejidades de una etapa histórica indudablemente tiránica, que, con numerosos matices, explica gran parte de la historia posterior de España». «Es un texto llamado a convertirse en la biografía de referencia de Fernando VII y su época», apostilla.
Fernando VII (1784-1833) ha sido considerado uno de los monarcas más nefastos de la historia de España, tanto por su carácter, muy influenciable, determinado por su doblez y desconfianza hacia todo y hacia todos, como por sus actuaciones. Autoritario y cruel, ejerció un acusado poder personal, caracterizado por la represión de toda disidencia, que, entre otras consecuencias, supuso la pérdida de casi la totalidad de las colonias mericanas y el declive de España como potencia internacional.
Basado en múltiples fuentes y documentos, en los relatos de la época y en las interpretaciones de la historiografía actual, «Fernando VII. Un rey deseado y detestado» traza la biografía de este contradictorio monarca, mitificado por algunos de sus contemporáneos, que lo convirtieron en el rey virtuoso e inocente, y detestado al mismo tiempo por casi todos. Su reinado marcó el final de una época y el inicio de la historia moderna de España.
El autor
Emilio La Parra López es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Alicante. Reconocido especialista en la historia política y cultural en el tránsito del siglo XVIII al XIX, ha publicado varias biografías, entre las que destaca"Manuel Godoy. La aventura del poder» (2002 y 2005).
Autor de un buen número de estudios sobre Fernando VII y su tiempo, entre otros la monografía «Los Cien Mil Hijos de San Luis. El ocaso del primer impulso liberal en España» (2007), y coordinador del volumen «La imagen del poder. Reyes y regentes en la España del siglo XIX» (2011). Ha sido director de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes y es doctor Honoris Causa por la Universidad de Provence (Francia).
Déspota, cruel, tirano, oportunista y
mentiroso son apenas algunos de los calificativos que se han aplicado a
Fernando VII (El Escorial, 1784-Madrid, 1833) por parte de los
historiadores que han estudiado ese periodo. Asimismo, el imaginario
popular asocia la trayectoria de aquel Borbón con una de las épocas más
sangrientas y conflictivas de nuestra historia reciente. Pero, a pesar
de la trascendencia de su reinado, la figura del que fue llamado "el
deseado" ha sido poco estudiada y mucho menos divulgada para el gran
público que se ha quedado en los tópicos.
Ahora, la biografía del profesor Emilio La Parra ( Fernando VII, un rey deseado y detestado),
que acaba de ganar el premio Comillas de la editorial Tusquets, viene a
cubrir ese vacío. El jurado de este galardón, el más prestigioso en el
género biográfico en nuestro país, reconoció el trabajo de La Parra
durante una década de investigación, estudio y escritura de este libro
que aparecerá en marzo en las librerías.
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad
de Alicante, Emilio La Parra (Palomares, Cuenca, 1949) es un experto en
la primera mitad del siglo XIX que ya publicó una biografía de
referencia sobre Manuel Godoy. Tras subrayar, sin duda alguna, que
Fernando VII puede ostentar el desgraciado título del peor rey de la
Historia reciente de España (que ya es decir), el profesor explica las
razones de la popularidad de aquel monarca a pesar de su carácter
despótico y sus modos dictatoriales.
"Fernando VII",
argumenta, "fue incluso más que un rey absolutista en el sentido de que
tuvo plena autoridad sobre sus súbditos, no observó ningún reparo en
saltarse las leyes y vigiló hasta los más mínimos detalles de su acción
de gobierno. A la hora de preguntarnos por los motivos de su ascendiente
sobre el pueblo pese a su despotismo, habría que resaltar que fue un
monarca muy hábil para beneficiarse siempre del odio hacia sus
enemigos".
El experto añade que "Fernando VII se
rodeó de una camarilla de nobles y altos cargos que fueron muy astutos
al presentar siempre al rey como la encarnación del bien frente al mal
que representaban los otros. Al principio, se erigió en adversario de
Godoy, un gobernante muy impopular; más tarde figuró como el monarca que
se oponía a Napoleón cuando en realidad fue un oportunista y un juguete
en manos del emperador francés; y en tercer lugar tras la victoria en
la guerra de la Independencia (1808-1814), gracias en buena medida a la
resistencia de las clases populares, Fernando VII se atribuyó los
méritos del triunfo. En definitiva, podríamos afirmar, con términos de
hoy, que Fernando VII y sus más fieles consejeros fueron unos pioneros
del marketing político ya a comienzos del siglo XIX".
Traidor a su padre, Carlos IV;
represor sin piedad de los liberales después de haber simulado su apoyo a
la Constitución de Cádiz de 1812 con la ya famosa frase de "vayamos
todos francamente y yo el primero por la senda constitucional"; y
defensor a ultranza de los privilegios de la Iglesia y de la nobleza,
Fernando VII fue desenmascarado por la mayoría del pueblo a partir de
1823 cuando imploró el apoyo de un ejército extranjero (los llamados
100.00 hijos de San Luis) para restaurar el absolutismo en España. No
obstante, pudo mantener buena parte de su autoridad y de su carisma
debido a su astucia para atraerse a sus enemigos.
"Sabía el monarca", comenta su biógrafo, "llevar a los interlocutores a
su terreno y siempre elegía actuar cuando las circunstancias políticas
le favorecían. Así pues, se mostraba miedoso y sumiso con los poderosos,
véase su entrega rastrera a Napoleón; pero actuaba como un déspota con
los débiles y con todos aquellos que cuestionaron los modos de su
reinado". Al mismo tiempo, aquel monarca poco agraciado físicamente,
campechano hasta casi la ordinariez y amigo de lujos y placeres, se
significó como un auténtico equilibrista político al aplicar una
combinación de palo y zanahoria tanto hacia los liberales como hacia los
ultraconservadores. Y todo ello con el único objetivo de mantener el
poder a toda costa.
De su sagacidad sin escrúpulos
brinda el catedrático La Parra un ejemplo muy ilustrativo al recordar la
actitud de Fernando VII frente a los afrancesados que, como Goya o
Moratín, fueron considerados traidores y antipatriotas por amplios
sectores populares durante la guerra de la Independencia. "Resulta muy
curioso observar", declara el profesor, "que a partir de 1823 permite el
regreso de algunos afrancesados que habían marchado al exilio en la
primera gran oleada de desterrados políticos de nuestra historia.
Fernando VII no ignoraba la capacidad técnica y la talla intelectual de
muchos afrancesados y les ofreció segundos escalones de poder en la
Administración".
Como muestra de esa actitud de
atraer a los enemigos, el rey financió la edición de las obras de
Leandro Fernández de Moratín, uno de los líderes del sector afrancesado y
uno de los mejores escritores de su época. Ahora bien, el poder de
Fernando VII empezó a resquebrajarse en la denominada década ominosa
(1823-1833) cuando su obsesión para que heredara el trono alguien de su
sangre le llevó a promulgar la Pragmática Sanción, que permitía de nuevo
que reinaran las mujeres, en este caso su hija Isabel, en perjuicio de
Carlos, hermano del monarca. Esta controvertida decisión del rey en 1833
estuvo en el origen de la primera guerra carlista.
De cualquier manera, tanto Emilio La Parra como el resto de estudiosos
de aquella primera mitad del XIX coinciden en señalar que el reinado del
deseado-detestado Fernando VII puso en pie un Estado policial, generó
una pérdida de capital humano por los sucesivos exilios de liberales,
frenó el desarrollo económico e industrial del país y, en definitiva,
retrasó el progreso de España.
En esa línea, esta
obra de referencia, ganadora del premio Comillas, reivindica la
biografía como una forma de aproximarse a la Historia, un género
denigrado durante mucho tiempo en España por muchos especialistas, a
diferencia de otros países europeos.
Por otro lado,
el libro de La Parra sobre Fernando VII viene a sumarse a la biografía
de Isabel II, escrita por la catedrática Isabel Burdiel, que obtuvo en
2011 el premio Nacional de Historia. Tanto uno como otra han defendido
siempre la utilidad de la biografía para estudiar y divulgar la
Historia. Una tendencia que comienza a imponerse en España frente al
academicismo de tantos expertos encastillados en sus eruditas
investigaciones. "La biografía de un personaje clave sirve
magníficamente como hilo conductor para explicar una época", concluye
Emilio La Parra.
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