El domingo de Resurrección hay varias tradiciones, que siguen entre nosotros, una de ellas es el chocolate con palpartas para celebrar el fin de la cuaresma, y otra son el manteo de los peleles.
Esta fiesta representa la Fiesta de Judas es una tradición local de algunos pueblos españoles en los que, se apedrea, lincha o quema un muñeco que representa a Judas Iscariote, por su traición a Cristo.
La confección de estos "peleles" se realiza con trapos y ropas viejas, y rellenos con paja, suelen representar a algunos de los personajes que durante el año hayan sido vilipendiados por el pueblo.
Así este año encontramos entre otros a la duquesa de Alba, a Urdangarin...
Fue la fiesta del Judas de las más populares y de más arraigo dentro del
ciclo festivo de primavera y seguramente hunde sus raíces en los ritos
más antiguos que las primeras civilizaciones agrícolas celebraban en el
año lunar, el equinoccio de marzo o, para ser más precisos, el día 20,
fecha en la cual entra el Sol en Aries. La naturaleza resucitaba del
letargo y muerte invernal y fueron frecuentes los ritos que incluyeron
la quema de muñecos y peleles, simbolizando el mal y la muerte que
desaparecían con el fuego purificador, para renacer a una nueva vida
primaveral.
En el Concilio de Nicea, año 325, recordando el calendario
lunar, la iglesia decidió celebrar la Pascua de Resurrección el domingo
siguiente al primer plenilunio después del equinoccio de primavera.
Pronto recogió y bautizó, dando un significado cristiano, muchos de los
ritos y tradiciones que en la antigüedad pagana había creado en la
celebración del año lunar. Este fue probablemente el origen de la fiesta
del Judas, discípulo traidor y símbolo del mal para los cristianos y
personificación de todos los males cometidos por el pueblo durante el
año.
Con la quema de Judas desaparecían las rencillas, estafas, robos,
envidias... Y se resucitaba a una nueva vida. Servía la fiesta par
presentar y vivir de una forma sencilla el significado litúrgico de la
Pascua: paso del pecado y la muerte a la gracia y a la vida. La fiesta
arraigó en nuestras gentes y hasta principios de siglo se celebraba en
la mayor parte de nuestros pueblos y en muchas ciudades. En todos
aparece la figura central del Judas, un pelele que ante el regocijo
general acababa en la hoguera. En muchos precedía a este acto un juicio
grotesco en el que se recordaba la vida de Judas, según la leyenda que
nos trasmitió en el siglo XII Jacobo de la Vorágine, todos los males por
él cometidos y los que en el pueblo seguían perpetrándose.
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