En 1780, el cardenal Francisco de Lorenzana prohibió que la Tarasca saliera a desfilar con los gigantes y cabezudos en el Corpus de Toledo al considerarlo un elemento inapropiado y pagano. Sin embargo, fue indultada después de que la vecindad la rescatara del río, donde quedó sumergida al descender por la Bajada del Barco.
Es una de las historias que se conocen sobre este ser monstruoso y que se narra en el libro ‘La vuelta a Toledo en 80 leyendas’ (Toletum Revolutum, 2019), de Javier Mateo y Luis Rodríguez Bausá, donde apuntan que, después de que tres jóvenes intentaran ponerla a resguardo por el peligro de que fuese a ser destruida por “tratarse de un ser representativo del mal y del Apocalipsis”.
Los orígenes de leyenda de la Tarasca
La leyenda que recoge esta publicación detalla que el inmenso animal, con forma de galápago, cabeza de dragón, cola de escorpión y alas de murciélago, reposaba junto a las enormes figuras en un almacén del callejón de Gigantones, en el Casco Histórico. Este año, todos ellos aguardan su salida a las calles en el Salón Rico.
Los orígenes de esta cabalgata anunciadora en la que participa la Tarasca el día anterior a la procesión del Corpus, así como la misma mañana, son inciertos. Sí sabe que fue en el sigo XVII, durante el Barroco, cuando comenzó a “cobrar un papel mucho mayor”, no solo en Toledo sino en otras profesiones, según traslada a este medio Felipe Vidales, historiador y guía turístico.
Vidales hace un recorrido de la historia de la Tarasca, la relación que guarda con Santa Marta y la fascinante evolución en la percepción de lo “monstruoso” desde la Edad Media hasta nuestros días.
“El mundo del Corpus tiene también esa parte festiva ya de la fiesta barroca que no tenía en la Edad Media, de recurrir a lo grotesco y a lo monstruoso para incluirlo en la fiesta popular”, traslada el historiador, que considera que “lo bueno de las tradiciones, o lo malo, es que se reinventan permanentemente”, por lo que “su significado original se va perdiendo”.
“Este Corpus se parece poco al de hace unos siglos pero sigue siendo el Corpus”, subraya sobre la percepción que tiene la sociedad actualmente de esta festividad y el desconocimiento que puede existir en torno a la figura de la Tarasca.
De emblema del mal a referente cultural
En este sentido, cabe destacar cómo ha cambiado la percepción sobre este animal monstruoso que asolaba a la Provenza, que fue dominado por Santa Marta, se ha transformado en un referente cultural cuyo significado profundo se ha diluido con el tiempo.
Durante este recorrido ha habido momentos significantes a lo largo de la historia que han contribuido a amplificar la figura de la monstruoso. Uno de ellos fue la llegada de la imprenta, en el siglo XV, cuando la imaginación europea sobre los monstruos se disparó, proliferando imágenes y tratados que los definían y clasificaban.

Tal y como recuerda Vidales, las explicaciones para estos “errores” eran diversas y disparatadas desde una visión actual. Sorprendentemente, gran parte de la culpa recaía en las mujeres, atribuyendo los nacimientos de monstruos a un exceso de flujo menstrual o incluso a “actos reprensibles” con animales, lo que también se vinculaba al origen de las brujas. Médicos y teólogos de renombre, como el dominico valenciano Vicente Ferrer (1497), llegaban a postular que el anticristo podría nacer de una cópula entre el diablo y una mujer.
El Renacimiento y, de manera más acentuada, el Barroco, desarrollaron una verdadera pasión por lo grotesco. La fealdad dejó de ser únicamente temida para convertirse en una fuente de entretenimiento. La presencia de enanos en la corte de los Austrias, inmortalizados por Velázquez, o la diversión que ofrecían locos y mujeres barbudas en la vida palaciega, son ejemplos de este disfrute de lo feo, apunta en su artículo el historiador.
Esta transformación cultural culminó en las fiestas del Carnaval y otras mascaradas, donde la lógica del “mundo al revés” y el “caos controlado” permitían una inversión de roles y una libertad temporal. Es precisamente en este contexto festivo, crítico y “falsamente caótico”, donde la Tarasca de Toledo cobra pleno sentido.
A partir de la Edad Moderna, especialmente en el Barroco, la Tarasca comenzó a cobrar un papel mucho mayor en las fiestas populares del Corpus Christi, no solo en Toledo sino también en otras procesiones como las de Madrid, aunque su fecha de origen exacta en estas festividades no está documentada con precisión.
Santa Marta y la Tarasca, el símbolo de una mujer poderosa para las hechiceras toledanas
La leyenda cuenta que Santa Marta de Betania logró dominar a este animal monstruoso rociándolo con agua bendita, atándola con el cinturón de su vestido y llevándolo a la ciudad. Este relato elevó a Santa Marta en el imaginario colectivo como una mujer poderosa, arquetipo de mujer dominadora y fuerte, con un gran poder de convicción.
Así, su victoria sobre la Tarasca la convirtió en un recurso habitual en las oraciones de las hechiceras toledanas. Numerosos procesos inquisitoriales contra mujeres acusadas de brujería y hechicería en Toledo revelan el uso sistemático de conjuros a Santa Marta (a menudo junto a Santa Elena) para frenar la violencia, el abandono o el desamor que sufrían sus clientas, explica Vidales.
Para estas mujeres, Santa Marta era un modelo ejemplar, capaz de someter la parte irracional de la naturaleza (la Tarasca) y, por ende, la irracionalidad de maridos y amantes. Oraciones como “Señora Santa Marta, digna sois y santa... Así como esto es verdad, me otorguéis mi necesidad” buscaban someter y dominar a los hombres o apaciguar situaciones problemáticas. Los problemas de amor, pobreza, violencia y maltrato eran compartidos por estas mujeres, más allá de sus creencias religiosas.

En la actualidad, la Tarasca de Toledo es una figura de cartón piedra que ha sido despojada de gran parte de sus significados históricos y se ha convertido en un popular atractivo fotográfico para las redes sociales. La percepción moderna, especialmente entre la juventud, la ve como un dragón o una criatura diseñada para “divertir -o asustar- a los más pequeños”, alejada de su profundo contexto histórico y religioso.
Fuente: .eldiario.es
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